Ahora que han pasado unos días (y ordenando seguimos), aprovecharemos para colgar las tres columnas del mes pasado. La de la peli de Woody Allen da fe de lo imprescindible que resulta su visionado...
-“Lágrimas de Eros”: viernes, 13 de noviembre de 2009.
Esta vez no soy yo quien pone título a la columna, sino el mismísimo Guillermo Solana, director del madrileño Museo Thyssen Bornemisza y comisario de una de las exposiciones más audaces (y más deliciosas) que quien esto escribe haya visto nunca, titulada precisamente de ese modo y que se puede ver en la capital (repartida entre el mismo Thyssen y la Fundación Caja Madrid) hasta el 31 de enero del 2010.
Desde luego, la idea de dar un vistazo al Eros a través del arte en todas sus manifestaciones (desde la pintura y escultura más clásicas hasta las videocreaciones más actuales, pasando por supuesto por las vanguardias) no es nueva, pero además de que siempre resulta un placer para los sentidos disfrutar obras conocidas y descubrir otras nuevas, esta vez el señor Solana ha dado en el clavo de una manera que no todos los comisarios son capaces de conseguir.
Porque es muy fácil reunir unos cuantos cuadros con personas ligeras de ropa, y es más fácil aún mostrar una obra contemporánea donde el erotismo o la pornografía sean explícitos y necesarios... pero es tremendamente difícil ceñirse precisamente a eso, al Eros y a sus lágrimas, a la manifestación de una cualidad que (no me canso de repetirlo) es muchas veces muchísimo más interior que no exterior, porque se esconde no en un seno sino en la postura de ese seno, no en una mirada sino en la intención oculta de esa mirada, no en un cuerpo sino en el deseo contenido en el interior de ese cuerpo. Y eso, eso precisamente, en todos sus detalles y variaciones, es lo que Solana ha conseguido mostrar, desde los sueños de Delvaux hasta la intensidad de Doré, desde el descaro de Courbet hasta la lujuria de von Stuck, desde las obsesiones de Dalí hasta la ternura de Tiepolo... y es algo que se agradece muchísimo, sí señor.
-“Al maestro Woody Allen”: viernes, 20 de noviembre de 2009.
Por supuesto, no descubro nada recomendando a la gente que vaya a ver la última película del genio de Manhattan titulada Si la Cosa Funciona, aunque quizás más de uno pueda sorprenderse de que en una columna de opinión como la presente, en la que siempre me he dedicado a los misterios del Eros, vaya a hablar de un asunto tan aparentemente contrapuesto...
Pero es que resulta que, una vez más, el maestro lo ha conseguido. Es decir, ha hecho una película de las suyas, a primera vista una comedia de gags ingeniosos y diálogos chispeantes donde la risa es la protagonista... y sin embargo, entretejido en la trama como el absoluto motivo principal, encontramos que a fin de cuentas lo que Allen nos ha dado ha sido un rotundo triunfo del Eros en todas sus manifestaciones.
Porque que Woody Allen es un maestro del erotismo, no creo que nadie lo dude (al menos, nadie con un poco de sensibilidad), pero en esta ocasión ha rizado el rizo y ha puesto al Eros precisamente donde debería estar: como motor de las relaciones humanas y de la existencia en general, gritando bien alto que sí, que eso es precisamente lo que a todos nos hace falta para liberarnos de estúpidos convencionalismos y de ideas caducas que nos asfixian entre nuestros propios tentáculos... Y por eso este film está plagado de un Eros libre y liberador, un Eros capaz de hacer tambalear todas las convicciones sociales y religiosas, toda la estructura mental y perfecta del propio protagonista y de los antagonistas que acaban convertidos en protagonistas para su propio disfrute... y todo ello mostrado con autenticidad, con valor y con deseo, y sobre todo, con trasgresión, de la de verdad, de la que ya no se ve en el cine.
Una vez más, maestro, gracias: qué haríamos en este mundo sin personas como usted...
-“Eros hiperbólico”: viernes, 27 de noviembre de 2009.
La revista universitaria “L’Hiperbòlic” cumple diez años, y esa es una excusa tan buena como cualquier otra para recordar que esta modesta publicación, con sus ánimos y su día a día, ha contribuido en más de una ocasión a mejorar considerablemente los conocimientos del Eros de muchísimas personas...
Y lo hicieron desde sus principios, con aquellos artículos a caballo entre la provocación (la de verdad, aquella que provoca precisamente porque no se ajusta a los cánones de lo que se considera provocador) y la inocencia (peor aún, desde luego, porque parece que los temas de Eros nunca haya que tomárselos a risa...) firmados por las “Atomic girls”, que posteriormente se recopilaron en el libro “68 Pàgines de Sexe Universitari”, para cuyas fotos sirvieron de modelos unos cuantos estudiantes bien parecidos y que causaron revuelo en los medios de todo el país (por cierto que ya me habría gustado a mí que en mis tiempos universitarios hubiesen existido iniciativas semejantes...). Y hoy día, con todas las polémicas provocativas y provocadoras ya superadas, podemos sentarnos a echarle un ojo crítico al asunto y ver qué conclusiones podemos sacar de él...
Y lo curioso es que, aunque este libro se lea a vuelo de pájaro, no puede uno dejar de pensar en cómo se puede realmente hacer una guía de sexo dirigida a la juventud sin prejuicios y enseñando, al mismo tiempo que haciendo pasar un rato divertido. Desde luego, no estamos hablando de un manual que se reseñará en el Reader’s Digest, pero sí llama la atención ver cómo una discreta revista universitaria ha conseguido hacer lo que muchas instituciones políticas no consiguen llevar a cabo con muchos más medios y muchas más pretensiones...
Así pues, amigos de “L’Hiperbòlic”, felicidades: por los diez años (y que dure) y por la felicidad (y facilidad) del Eros que habéis sido capaces de aportar al Mundo.
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