sábado, 25 de junio de 2011

"La Escuela de Magia y Otros Cuentos" (Michael Ende)

Todo el mundo que me conoce un poquito sabe de sobra la devoción que yo profeso por Michael Ende, aunque en los últimos tiempos pueda parecer lo contrario... pero desde que mi mamá me leyó “Momo” con unos pocos años de vida (y aún a día de hoy pienso que esa es precisamente la novela que a mí me hubiese gustado escribir), he ido recopilando poco a poco y sin prisas casi todo lo que hay publicado en España, y de vez en cuando me leo alguno de sus volúmenes.

Esta vez, le tocaba el turno a esta edición de “La Escuela de Magia y Otros Cuentos” (los otros cuentos son tres: “No Importa”, “Moni Pinta un Cuadro”, y “Tabarrón y Gangosete”) que me encontré hace unos meses en un mercadillo, y a pesar de haberme dado cuenta de que ya la había leído antes (no sé dónde ni cómo, pero así es) y de que todas las historias están incluidas en el recopilatorio “Los Mejores Cuentos de Michael Ende” que mi madre me ha regalado (y que está esperando con paciencia en la estantería, en Asturies, adonde se ha ido el presente volumen junto con sus demás compañeros), los he disfrutado exactamente igual. Porque Ende tenía un don especial a la hora de narrar, ya fuesen cuentos infantiles o cosas más profundas (y quien lo dude, que se lea “El Espejo en el Espejo”, y luego me cuente), y sus historias están envueltas en una especie de delicia que las hace irresistibles.

Curiosamente, el que sí leí hace tiempo pero que no tengo (y que apenas recuerdo), es nada menos que “La Historia Interminable”, pero estoy bien seguro de que ya aparecerá a su debido tiempo.

Columnas "Última Hora" mayo

La más rabiosa actualidad (en forma de elecciones y de divertidas experiencias personales) marcó a fuego las dos columnas que se publicaron el mes pasado en el periódico “Última Hora”, firmadas por quien esto escribe.

-“La Cicciolina menorquina”: jueves, 12 de mayo de 2011.

Y luego me pregunta la gente que de dónde saco los temas para mis columnas. Mi padre mediante, me cae en las manos un recorte de periódico en el que la política menorquina Soledad Sánchez, candidata por el Partido Democrático de Ciutadella, se muestra indignada por la denuncia que le han interpuesto tanto Izquierda Unida como el Institut Balear de la Dona con motivo de un cartel electoral donde ella misma (es decir, la señora Sánchez) mostraba sus generosos senos, cubiertos únicamente por las manos de su marido. Ya hay quien la ha llamado “la Cicciolina menorquina”, y seguro que en esta época de elecciones, el asunto va a traer cola entre los votantes...
Debo decir, ante todo, que personalmente comparto la indignación. La indignación de Soledad Sánchez, se entiende. ¿Cómo es posible que alguien denuncie a alguien por mostrar su cuerpo desnudo de forma voluntaria? Según parece, desde el Institut Balear de la Dona argumentan que “el cuerpo de la mujer es igual que el del hombre y no debe utilizarse para fines propagandísticos, y menos para una campaña electoral”. Si nos metemos en terreno tan espinoso, habría que preguntarse antes que nada cuáles son las cosas más adecuadas para ser utilizadas en una campaña electoral... y seguro que al primer golpe de vista de las actuales campañas encontraríamos aspectos mucho más vergonzosos que un par de senos.
Sea como fuere, y sin referirnos en absoluto los aspectos políticos de dicha candidata (que por otro lado se supone que deberían ser lo más importante de todo el asunto), desde aquí aplaudimos manifiestamente su muestra de absoluta e intachable moralidad (habla ella de denunciar por su parte a sus denunciantes, lo cual sería, como mínimo, justo y ético), precisamente por mostrarse tal cual es, cosa que deberían de hacer muchos de los políticos de hoy en día... y no sólo quitándose la ropa.

-“Eros e inseminación”: jueves, 26 de mayo de 2011.

Me encuentro en esa edad en la que uno tiene unos cuantos amigos que buscan con pasión (y nunca mejor dicho) asegurarse su descendencia, recurriendo algunos de ellos a métodos tradicionales, mientras que otros necesitan de la ciencia médica para conseguirlo con toda la efectividad necesaria. Afortunadamente, los tiempos han cambiado un tanto, y ya no es tan extraño tener que recurrir a la ayuda del doctor o la doctora de turno (y en esta ocasión no hablo con segundas) para que la inseminación se realice de una forma fácil y sencilla (y también eficaz) para todo el mundo.
Pero el asunto viene a colación precisamente por la necesidad de obtener la simiente del varón en cuestión, cosa que por norma general se realiza manualmente (y también personalmente) en una dependencia ambientada a tal efecto. Debo decir que nunca he visitado en persona semejante sitio, pero precisamente ha sido un amigo que sí ha tenido que hacerlo quien me ha informado no sólo de la asepsia de dicho lugar (a lo que más le recordaba era a un retrete para minusválidos, palabras suyas), sino que además de eso, el estímulo correspondiente para la delicada operación eran revistas pseudoeróticas que databan nada menos que de 1999. Francamente, no me costó nada creer a mi amigo cuando me aseguraba que el ambiente no era muy propicio, que digamos.
Aunque al menos, en la consulta tuvieron la decencia de dejar que su compañera le acompañase en tan esterilizado e impersonal trance, por lo que la operación consiguió llevarse a buen término para todos (y el resultado final parece además ir por el buen camino). Por mi parte, no sólo me alegro del éxito científico (imprescindible e inigualable, qué duda cabe), sino también del éxito placentero... porque a lo mejor soy demasiado poco racional o demasiado poco higiénico, pero yo creo firmemente que un hijo debe ser, ante todo, fruto del placer.

viernes, 24 de junio de 2011

Exposición: "Polonia, Tesoros y Colecciones Artísticas"

Otra de las visitas que aproveché para realizar cuando estuve en la capital, fue esta: como bien se puede apreciar, hace bastante tiempo que las exposiciones artísticas no me interesan ya tanto como antes, pero eso no quiere decir que no las aprecie... y menos si la estrella de la muestra es nada menos que un cuadro de Leonardo.

Después del tremendo impacto que me causó ver en directo “La Gioconda” (a pesar de todos los impedimentos, léase el cristal antibalas de 1998 y la nube de japoneses), hace mucho que aprendí que el genio renacentista no puede ser obviado, por lo que la ocasión la pintaban calva, y la aproveché. Y menos mal: “La Dama del Armiño” es un verdadero prodigio, a pesar de sus múltiples retoques (el fondo repintado que elimina el más que necesario punto de luz, o esa mano tan caballuna que nada tiene que ver con el resto de la obra), y conserva en su interior la misma fuerza magnética de la “Mona Lisa”. Llegué temprano al Palacio Real (tanto que tuve que dar una larga vuelta por el Madrid de los Austrias, cosa que tampoco me desagradó), y entré el primero para poder verla bien, recrearme en ella con tiempo, admirarla desde todos los puntos de vista posible...

Hasta que, finalmente, llegué a una conclusión que incluso a mí mismo me sorprendió: después de haberme licenciado en Historia del Arte, y de haber visto cientos de miles de obras de arte, este cuadro me ha hecho darme cuenta de que lo más importante de todas las cosas que se necesitan para lograr una obra maestra, es el amor. Porque más allá de la técnica y de todas esas cosas, lo que más claro muestra el retrato de Cecilia Gallerani es lo enamoradísimo que estaba de ella su protector, porque eso es precisamente lo que Leonardo da Vinci consigue reflejar sin ninguna duda en el lienzo. El cuadro es una declaración de amor en toda regla, tan transida de afecto que continúa emocionándonos cinco siglos después... y ese ha sido un descubrimiento de lo más hermoso.

En cuanto al resto de obras, pues no estaba mal: un par de gigantescos tapices, un cuadro de la “danza de la muerte” que podría inspirar los paisajes más oscuros de “La Muerte Negra”, y piezas más o menos curiosas... aunque sin “La Dama del Armiño”, desde luego habría perdido mucho atractivo.

"La Memoria del Tiburón" (Steven Hall)

Aprovechando esta última estancia en Madrid, y repasando la biblioteca de mi hermana y mi cuñado en aquella casa de Hermosilla que ya ha dejado de ser suya (para mal y para bien, pero sobre todo para bien), caí en la cuenta de que me había leído un libro de Omar hace bastante, y no lo había comentado aquí pese al profundo impacto que me causó: se trata de “La Memoria del Tiburón”, de Steven Hall.

Como ya he dicho a veces, no suelo leer demasiada narrativa, pero el caso es que mi cuñado insistió en el hecho de que esta novela era algo fuera de lo común, y reconozco que no se equivocaba. Definida por algunos como un hijo bastardo entre “Matrix” y “Tiburón”, es una especie de obra de ciencia-ficción que encajaría perfectamente en un género literario que yo mismo hubiese querido explorar más profundamente de más joven, y al que llamé “metanovela”: la idea era precisamente ir más allá tanto en la narración como en lo narrado, más allá de la ciencia-ficción o del tiempo presente o pasado o futuro o de las modas o de las paranoias personales... y este libro lo consigue de una forma sorprendente.

Una lectura que no deja indiferente, puedo asegurarlo, y que pese al tiempo que ha transcurrido desde que la leí, recuerdo con toda nitidez... lo cual no siempre me sucede.

lunes, 20 de junio de 2011

Firmando en la Feria del Libro de Madrid

Han pasado unos cuantos años, pero finalmente, lo hemos conseguido.

Fueron unas cuantas las veces que paseé por la Feria del Libro de Madrid, y fueron unas cuantas las veces que soñé que algún día yo estaría firmando en alguna ocasión... y este año, así ha sido. Allí estuve yo, el viernes día 10 de junio (el flyer no lo pone, pero fue de 19’00 h. a 21’00 h., es decir, un “prime time” absoluto), firmando ejemplares de mis libros en el stand de la FNAC (¡tenían ejemplares incluso de “El Arte Oriental del Sexo”!), principalmente la absoluta novedad “Danzando con la Realidad: Las Creaciones Meta-Artísticas de Alejandro Jodorowsky”.

En honor a la verdad, hay que decir que no firmé muchos, pero el hecho de estar allí ya fue suficiente para mi ego (y sobre todo, para el ego de hace unos cuantos años). Precioso momento, preciosa sensación...

Aunque sin duda, lo mejor de todo fue el encuentro con el propio Jodorowsky, y también con Marianne Costa, que es un encanto de mujer: los dos iban a presentar su libro conjunto “Metagenealogía”, que aunque parezca mentira, yo no sabía que fuese a llamarse así (por lo que la coincidencia de los títulos es absoluta). A él pude acompañarle en taxi hablando acerca del libro que acababa de escribir sobre su persona, diez años después de habernos conocido personalmente por primera vez (y mil gracias a Ediciones Siruela por su amabilidad y por hacerlo posible). Con su sonrisa de niño de 82 años, me dijo entusiasmado: “¡mi ego está feliz!”, y yo pensé que desde luego el mío también lo estaba...

Por lo tanto, la Feria del Libro de este año ha sido un verdadero regalo, en todos los sentidos: estreché lazos con los responsables de Alberto Santos Editor (que espero den mucho que hablar dentro de muy poco), conocí en persona a Edurne Pasaban y a José Miguel Parra, y también hablé con los amigos de Ediciones Escalera sobre sus jugosas novedades. Lo dicho, unos días más que completos.

Y ahora que ya hemos cumplido importantes sueños juveniles, nos dedicaremos a seguir escribiendo con más tranquilidad de cuerpo y de espíritu.

Junio avanza

Hace unos días, a principio de mes, me encontré con la grata sorpresa de un dragón (lagartija mediterránea) descansando al Sol en el alféizar de mi ventana. Demasiado perezoso como para hacerle una foto, demasiado tarde me di cuenta de que sería un precioso motivo para disertar sobre ese mismo verano que está a punto de llamar a la puerta.

Poco después, descubrí que una imagen sin usar podía aportar orden al asunto, pero no poesía... así que, insatisfecho, lo dejé correr.

Hasta que hace unos días, el eclipse de Luna me dio la excusa perfecta, aunque la imagen no sea nada del otro jueves (está hecha sin trípode, así que se hace lo que se puede). Un eclipse lunar siempre es un acontecimiento precioso, sobre todo desde el balcón de casa.

Por ello, aquí seguimos pues, envuelto en jirones de libros, corrigiendo exámenes de junio, acumulando más y más lecturas que tienen que esperar turno, y poniendo más y más orden en las montañas de la vida. Desde luego, es una suerte y un consuelo que el verano esté a punto de llegar...