Qué grande...
Cuando me enteré de que estos dos monstruos de la música venían hasta mi ciudad, no pude evitar pensar que no debía perdérmelo bajo ningún concepto... y después de intentar por todos los medios conseguir una entrada gratuita o un pase de prensa, finalmente tuve que desembolsar los 50 euros del ala que costaba la platea, y conformarme con lo que quedaba (cuando la adquirí, quedaban exactamente tres entradas libres en todo el Auditòrium). Y por esa danza de la realidad, me senté justamente donde quería, en un rincón desde el que se veía perfectamente la espalda y las manos de Bebo, esas manos nonagenarias que se mueven tan bien...
Estaba preparado para muchas cosas, pero desde luego, no para ir a ver el que sin duda puedo calificar como el mejor concierto al que he asistido en mi vida (y he ido a unos cuantos) ya desde el principio, desde la misma presentación que nos hizo Vicky: no lo sabía, y fue toda una sorpresa encontrarme en el escenario a mi vieja amiga (y lo de "vieja" se refiere al tiempo que hace que nos conocemos, que nadie piense mal) en cuya casa, hace ya tantos años, descubrí "Buenavista Social Club", precisamente. Verla allí fue como (una vez más) cerrar uno de esos ciclos extraños que la vida se encarga de formar a su manera: por supuesto, cuando acabó el concierto me fui hasta los camerinos a saludarla (no vean la cara que puso el encargado cuando le dije que no, que yo no preguntaba por los músicos ni quería una foto ni un autógrafo, sino que quería saludar a la presentadora), y como siempre, hemos quedado que nos llamábamos un día de estos. Y a ver si es verdad, leches: vivimos en la misma ciudad y nos vemos de uvas a peras...
Y el concierto... en fin, hay gente que ha dicho mejores cosas que las que digo yo, y desde luego mucho más interesantes, pero a mí me gustaría repetir que el evento fue único, por muchas cosas. En primer lugar, JAMÁS he oído una respuesta semejante del público desde el primero de los aplausos, dados con ese cariño y ese amor, esa reverencia a un maestro de maestros que ha llegado donde muy pocos alcanzan: ver al viejo Bebo allí de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho y sonriendo con ese gesto humilde, mientras todas y cada una de las personas que estábamos allí le manifestábamos nuestra más profunda y sincera admiración, era ya digno de verse... y que conste que esto no lo digo con ánimo de menospreciar a su hijo, a quien también (por supuesto) se le admiró de idéntica manera, pero es que los noventa años imponen...
Esta música, tal como la tocaron, tal como lo hicieron, va mucho más allá de modas y de gustos, e incluso del arte. Cuando se escucha a dos artistas de esa categoría, juntos, compenetrados de esa forma, sólo se puede sentir: emociones, sensaciones, sentimientos... más allá del jazz, o del latin-jazz, o de la música cubana, o de lo que sea. Esas notas hacen flotar, y escuchadas en directo son de lo que no hay, de verdad...
Como nos dijo la misma Vicky, olvidémonos de la tecnología y disfrutemos... pero de todos modos, en youtube hay este corte del concierto del pasado 23 en Barcelona, y transmite algo (sólo algo) de la atmósfera vivida en el concierto. Además, es un momento precioso, con ese bis a cuatro manos en un solo piano...
Asúcar...
http://es.youtube.com/watch?v=s4Dh-LyoBgY
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