Espero que nadie de la Simfònica de Balears lea mi blog, porque tendrían todo el derecho a llamarme desgraciado en lo que a retrasos se refiere... porque disfruté de este magnífico concierto hace casi ya dos meses, concretamente el pasado 9 de julio. Una preciosa noche estival mediterránea, de esas que me gustan tanto, escuchando desde el segundo piso del magnífico castillo obras de Ravel (con la magnífica Miriam Picker al piano), Saint-Saëns (con Emmanuel Bleuse al violoncelo, también inolvidable), y Bizet. Pocas palabras sirven para definir la música, y menos en este caso de mano de un profano como yo... así que me limitaré simplemente a decir que fue uno de esos acontecimientos que te hacen sentir el estío de forma más profunda, a flor de piel, envuelto en la calidez de la noche de este mar en el que vivimos y que tanto disfrutamos...
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