Otra de las excusas para ir a darme un garbeo por Madrid, fue esta excelente exposición, que no podía perderme por nada del mundo: las fotos de Leibovitz me fascinan más o menos desde esa época (cuando tendría unos trece o catorce años y aprendí a distinguir su forma de mirar y de retratar), y no había podido ir a verla cuando volví de Alaska porque aún no la habían abierto... así que ahora ni lo dudé, y ha sido toda una experiencia.
Es ciertamente curioso, ver cómo esta mujer es capaz de expresar sentimientos y texturas emocionales de esa forma tan íntima y personal, al mismo tiempo que desnuda los personajes y muestra de ellos justo lo que desea mostrar (es capaz de convertir en nobles y legendarios a los miembros de la administración Bush, ahí es nada). Es una maravillosa captadora de ambientes y de estados de ánimo, y también una mujer que sabe cómo sacarle provecho al erotismo y a la sensualidad sin necesidad de mostrar nada o casi nada (baste de ejemplo la foto de abajo, de su compañera Susan Sontag, como botón de muestra).
Está en la sala Alcalá 31 (Madrid) hasta el próximo seis de septiembre, y nadie debería perdérsela...
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