Para este quinto “Antídoto”, me leí uno de los libros más extraños que haya tenido nunca el placer de disfrutar: “El Tiempo de los Señores Halcones”, número 23 de la colección Star Books, escrito a pachas por el gran Michael Moorcock (lo primero que leo de él) y el menos conocido (al menos por mí) Michael Butterworth. Vaya un texto y una lección de escritura, cielo santo: yo creo que necesitaría toda una vida de trabajo para poder llegar a algo semejante a ese nivel, y la verdad es que no estoy seguro de que lo consiguiese. Una banda de rock llamada Señores Halcones resulta ser en realidad heredera de antiguos superhéroes que luchaban contra razas extraterrestres ya extinguidas pero cuyas armas siguen funcionando y sólo pueden ser combatidas con música... o algo así. De verdad, hay que leerlo para poder creerlo: queda algún ejemplar despistado por la net, así que a por ellos (en mi caso, era herencia de papá, y le tenía ganas hace muchísimo tiempo...).
Y para el cuarto, después de unas cuantas vicisitudes (se lo había robado a mamá, pero luego me di cuenta de que no tenía derecho a eso, y que era mejor conseguir el mío... así que lo encargué a una librería de Valencia por cinco euros mas gastos, y es que lo encontré de rebote porque ya no hay muchos que digamos), me leí el volumen cinco de la colección Star Books, que contiene “El Libro Tibetano de los Muertos” de Timothy Leary y el texto clásico también... y si el clásico es una de esas cosas barrocas de aquellas filosofías que sólo buscan complicarse la vida retorciendo cosas (cuyo resultado artístico es innegablemente bello), lo de Leary es un jodido delirio de drogadicto, de cuando se pensaba que eso de las drogas bastaba para liberar mentes (angelitos...). Me despaché a gusto contra él en el “Antídoto”, y veremos a ver qué sorpresa nos aguarda en el otro volumen de la colección...
Y mientras tanto, todo esto sigue creciendo...
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