jueves, 22 de enero de 2009

En Busca de Emmanuelle

Acabo de ver un documental que sólo había visto a trozos, y hoy por fin tenía el día para echarle un ojo... se trata de En Busca de Emmanuelle (Hunting Emmanuelle, Jan Wellmann, 2006), que pusieron por la tele hace unos meses y mi amiga Antònia Pizà me consiguió nuevamente gracias a las nuevas tecnologías (a todo aquel que diga que internet es un mal invento deberían hacerle la prueba de alcoholemia...). El caso es que ya hacía tiempo que quería verlo tranquilamente, porque a pesar de que la película Emmanuelle (la de Just Jaeckin, de 1974) apenas tiene nada que ver con el libro, es indudable que en él se inspira y a su fama (y a la de su autora) contribuyó, y a muchos (entre los cuales me cuento) nos ayudó a descubrir a la escritora... y además, le tengo cierto cariño, como supongo que mucha gente.

Pero no me interesa tanto todo el tema de la película (aunque hay que reconocer que las filmaciones debieron ser divertidas) o de la fama de la pobre Sylvia o de las infumables secuelas posteriores (¡"Emmanuelle" es la mayor saga cinematográfica de todos los tiempos!), sino como siempre, saber qué podían contar de mi escritora favorita... y como siempre, es curioso: la pobre Sylvia Kristel (anda que no le debieron tocar las narices...) declara que cuando leyó el libro por primera vez, supo enseguida que lo había escrito un hombre, y una de esas defensoras de derechos feministas o algo así dice nada menos que la historia de Emmanuelle es "una fantasía para hombres disfuncionales" (no me imagino las carcajadas que eso le habrá provocado a Marayat).

¿Lo demás? Lo de siempre: buscamos a la "mujer liberada", era el reflejo de lo que se supone que debe ser "una mujer moderna", y por lo visto, lo que se supone que debe ser "una mujer moderna" es una mujer que se cepilla a cualquiera porque sí pero en realidad eso demuestra que es una neurótica insatisfecha que en el fondo quiere un marido que la proteja... con lo cual, nada nuevo bajo el Sol, porque como siempre, sólo entienden aquellos que desean hacerlo (y eso ya lo dice Marayat en su libro). Lo más curioso de todo es la gran enorme gigante absoluta megahipersuperfama de todo el mundo menos de la escritora, la cual declaraba en una revista que todo eso estaba muy bien, pero que a ella sólo le hacía gracia... y que lo importante eran sus escritos, no la fama. Al menos, el director del documental tiene la decencia de afirmar que no importa quién haya escrito esos textos... y como siempre, tiene razón.

En fin, lo que ya sabíamos todos: que la peli es una curiosidad, que fue un fenómeno de masas de manera rocambolesca (como si el Gernika se hubiese hecho famoso porque un niño de una escuela hubiese dibujado algo parecido inspirándose en él... aunque de ninguna manera comparo obras, ojo), y que este documental es chulo para poder entender un poco todo eso, sí señor. Aunque como siempre, Marayat sigue oculta en las sombras...
Sylvia, en sus años mozos, antes de la cocaína... y por cierto que no es que haya censurado la foto ni mucho menos, es que la he encontrado así. Y a veces, una mirada como esta resulta ser lo más erótico del tema...

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