domingo, 5 de julio de 2009

Columnas "Última Hora" junio

Este mes han aparecido tres, nada menos... de lo cual, desde luego, estoy bien contento.

-“Los pecados de la carne”: viernes, 5 de junio de 2009.

Me llegó de casualidad hace ya años, investigando en un día de aburrimiento por librerías on-line: un libro titulado “Los Pecados de la Carne: Crónica de las Publicaciones Eróticas Españolas”, escrito por José María López Ruiz, y publicado por la editorial Temas de Hoy allá por el año 2001. Reposó durante meses en el estante destinado a libros por leer, y hace poco decidí hincarle el diente a ver qué sucedía... y me encontré con un libro divertido, ameno y riguroso, bien escrito y bien documentado, que analiza precisamente todo lo relacionado con la sicalipsis y las suripantas (incluyendo los orígenes de tan excelsos términos que incluso nuestros modernos correctores de textos reconocen como válidos) en este país nuestro, por supuesto en el período que va desde finales del siglo XIX hasta la misma guerra civil. Sorprende muchas veces la franqueza de imágenes y textos, precisamente también porque sorprende encontrar a las mejores plumas del momento dedicándose a artículos y cuentos sensuales y satíricos (adjetivos a los que siempre les gusta ir de la mano), igual que muchos actores y directores hicieron en los 70’ y que después han obviado o enaltecido a partes iguales...
Y es que es esa segunda lectura del libro la que nos llega a arrancar lágrimas de los ojos, al hacernos saber sin pudor que todo lo relacionado con aquel Eros publicado y público (el clandestino siempre sobrevive, por ese nunca hay que preocuparse) se borró de un plumazo, o mejor dicho, de un cañonazo, como si nunca hubiese existido y como si jamás hubiese habido personas a las que les gustasen este tipo de cosas en este país...
La libertad (erótica y de cualquier otro tipo) es un bien que puede perderse de la noche al día, y no deberíamos olvidarlo nunca... menos mal que hay gente como López Ruiz para recordárnoslo.

-“Eros y Tanatos”: miércoles, 17 de junio de 2009.

Me sigue sorprendiendo. Ya sé que no debería, pero es así: inevitable e imprevisible, como la misma muerte. David Carradine se ha ido, y sea como fuere, parece ser que la culpa la ha tenido un estúpido accidente (aunque de hecho, la mayor parte de los accidentes suelen ser estúpidos). A la espera de si mafias orientales o secretos más escabrosos están metidos en el ajo, tendremos que quedarnos con la imagen del infortunio, la tontería que ha segado la vida de un actor que con sus más y sus menos nos enseñó varios caminos a muchos, entre ellos el de la espiritualidad (aunque años después nos enteramos de que tampoco era oro lo que relucía, y que además de eso, para colmo, su kung-fu era muy malo... cosas de la televisión). Le echaremos de menos, no hay duda, como a otros de su estatus...
Pero no, eso no me sorprende: después de todo, así es la vida, y ya hemos dicho antes que los accidentes son estúpidos. Lo que me sorprende es que, por ser un accidente relacionado con la autosatisfacción, y por lo tanto con el Eros (y el Tanatos, qué duda cabe), se haya puesto al pobre señor en la picota de tal forma que incluso sus ex-parejas hayan empezado a airear las prácticas amatorias del señor Carradine (“poco ortodoxas”, aunque sin concretar más). Y me sorprende más que todo el mundo hable de él como si fuese un pervertido indeseable y ridículo, simplemente por buscar satisfacción de su placer (de una forma un poco peligrosa, eso sí). Y cuando le preguntas a la gente por qué se fija tanto en eso, ya que después de todo eso era algo que no hacía daño a nadie, todos contestan aquello de “no, hombre, si no es eso... pero es que...”.
No puedo evitarlo: me sigue sorprendiendo.

-“Las medias de Halle Berry”: miércoles, 24 de junio de 2009.

Hace pocos días, el amigo Toni me regaló unas fotografías publicadas en la revista Interviú donde posaban un puñado de modelos ligeras de ropa y en actitudes sugerentes... y el amigo Gori, ni corto ni perezoso, me animó a que les dedicase una de estas columnas. En concreto, la frase que utilizó fue: “¿a que no te atreves a hacer un escrito en el periódico sobre las medias de Halle Berry?”
Pero no es que el reto sea demasiado difícil, porque ciertamente la fotografía dedicada a la actriz de color protagonista de Catwoman entre otras cosas (la número 4 de la serie) es la más bella de todas: de espaldas y sonriendo a la cámara, sujetándose el seno derecho con la mano izquierda, y luciendo unas preciosas medias en las que hay engarzadas multitud de piedras brillantes, es una imagen que sin ofender ni a los más recalcitrantes es capaz de mostrar un Eros de lo más audaz. Y el contraste del brillo de esas medias con la piel caoba de la modelo es justamente lo que más realza el efecto...
A lo que contribuye espectacularmente una ausencia que en estos tiempos que corren no deja de llamar la atención: los retoques digitales, si es que los hay, son mínimos. Y no sólo es que el estupendo cuerpo no los necesite, sino que la postura y la pericia del fotógrafo han contribuido a que sean innecesarios, y así poder presentar un cuerpo de verdad, de una mujer de verdad. Y eso, hoy por hoy, es algo que se agradece... porque las demás chicas de las demás fotos de esta serie se asemejan sobre todo a muñecas o a dibujos animados. Y sin estar en contra de dicha tendencia, no se puede dejar de decir que ese uso de la tecnología es más que prescindible en muchas ocasiones...

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