miércoles, 12 de septiembre de 2012

Columnas "Última Hora" junio y julio

Pues eso, en ello continuamos, que falta hace. Ahí van ahora las de los meses de junio y julio, cinco en total:

-“Madonna desnuda”: jueves, 7 de junio de 2012.

   La subasta de una instantánea que el fotógrafo Steven Meissel tomó a Madonna allá por 1990 (realizada para su libro “Sex” y finalmente no incluida en él, a pesar de su calidad artística y erógena) me ha traído a la mente buenos y antiguos recuerdos (imposible olvidar el impacto social y personal del asunto, que me pilló de adolescente y me hizo sucumbir, como tantos otros, a los encantos de la cantante rubia), y me ha confirmado que, si bien los años pasan, el tiempo no cambia del todo.
   Porque, entre otras cosas, yo sigo pensando lo mismo que pensaba entonces, cuando oía tanto a los medios como a los allegados formular acusaciones contra la cantante tachándola de escandalosa e inmoral: en primer lugar, que si no se mete con nadie, puede hacer lo que le apetezca, y en segundo, que si eso es lo más reprochable que hace, pues bienvenido sea. Después de todo, suya es la frase “el único sexo sucio que conozco es aquel en que no se utiliza la ducha”, con la cual estoy muy de acuerdo.
   Y ello viene al caso porque, más de veinte años después, tenemos a artistas (de ambos sexos) que hacen más o menos lo mismo, y que de la misma forma siguen despertando ese tipo de opiniones censoras, tal y como hemos recogido aquí más de una vez. Por tanto, los años pasan, pero el tiempo, no. Porque estoy bien seguro de que se levantaría una polvareda tremenda si Madonna hiciese lo mismo hoy día (y también estoy bien seguro de que las fotos serían bien hermosas, a pesar del paso de los años), y que eso seguirá sucediendo hasta vayan ustedes a saber cuándo.
   Aunque, siempre que veo algo así, no dejo de preguntarme por qué la gente, ante un desnudo o una conducta sensual, no dicen simplemente “ah, pues allá ella, o allá él”, y ya está.

-“Eros y aplicaciones del Kama Sutra”: viernes, 15 de junio de 2012.

   De verdad que hay noticias que parecen hechas para mí, y mucho agradezco a todos mis amigos que me las hagan llegar. Ahora resulta que una conocida marca informática que distribuye aplicaciones de pago para esos modernos dispositivos electrónicos tan en boga en estos tiempos nuestros, ha dejado de servir a sus clientes una de ellas, que consistía nada menos que en un Kama Sutra virtual. Es decir, un catálogo de posturas íntimas representado por dibujos esquematizados que explicaba con concisión y brevedad las distintas maneras de acoplamientos entre amantes.
   Sin entrar en detalles acerca de las rocambolescas excusas dadas por la compañía distribuidora para retirar el producto (entre las cuales se encuentran algunas como que las figuras femeninas tenían el pelo castaño, lo cual resultaba discriminatorio para las morenas), quizás lo más interesante de todo el asunto sería poder reunir a los altos ejecutivos que han tomado tamaña decisión (probablemente un comité de varones panzudos entrados en años, calvos y con grandes ojeras... porque ya que estamos, digo yo que nosotros también podremos usar estereotipos con la misma impunidad con la que lo hacen ellos), y hacerles una única pregunta: en los tiempos que corren, y con la (afortunadamente) abundancia de libertad de información sexual que la población tiene hoy en día (gracias a la red, pero también a libros, revistas, televisión y demás), ¿de verdad creen que la gente necesita una aplicación de dispositivo móvil para informarse acerca de posturas íntimas?
   Por lo tanto, lo único que ha conseguido tal medida, es precisamente hacer a estas empresas un poco menos ricas de lo que son. Mira por dónde que a veces la autocensura tiene cosas buenas.

-“Eros y VHS”: viernes, 29 de junio de 2012.

   Después de mil y una vicisitudes que no vienen al caso, he decidido a título personal deshacerme ya de mi colección de cintas de VHS, visionándolas por última vez (sí, aún tengo un reproductor, que además utilizo con frecuencia) antes de reciclarlas definitivamente (porque, desde luego, no pensaba tirarlas a la basura sin más). Y entre films más o menos clásicos y documentales más o menos interesantes, destacaban cómo no un buen puñado de títulos asociados al Eros que, en el momento en que los adquirí, eran verdaderas joyas de coleccionista.
   Tanto es así que he tenido la agradable fortuna de repasar desde clásicos de Borowczyk (aquellos “Cuentos Inmorales” donde la mismísima Paloma Picasso se dejaba ver tal cual vino al mundo) hasta documentales que narraban las vicisitudes del cine para adultos en la época previa a Internet, pasando por los inevitables bodrios (por otra parte, infinitamente divertidos, sobre todo en sus diálogos) de la saga “Emanuelle Negra”, y finalizando siempre en los sorpresivos últimos minutos de cada cinta en los que, para rellenar, siempre grababa unas cuantas escenas subidas de tono del canal de madrugada de turno (hoy día, por desgracia, en esos canales hay cada vez más adivinadoras de pelos cardados que mujeres más o menos voluptuosas).
   Y más allá de las evidentes risas y de las evidentes voluptuosidades, me he dado cuenta de que, en muchos casos, estos tiempos de crisis que vivimos no lo son tanto en otros asuntos. Porque no siento pena alguna en deshacerme de tan pesadas e incómodas cintas, ya que, gracias a los dioses, hoy es posible encontrar todas estas películas no ya mucho más fácilmente que antes, sino en formatos muchísimo más duraderos y a un precio del todo asequible. Menos mal que, a veces, los tiempos cambian para bien...

-“El Arte Fálico a Través de la Historia”: jueves, 12 de julio de 2012.

   Por el amigo Pako Jeremy mediante, me llegó a las manos este curioso libro, que firma Fernando Giménez Escribano y que repasa con un buen surtido de imágenes lo que su propio título indica. Es decir, las representaciones fálicas (y sobre todo, itifálicas... y quien no conozca el significado de la palabra, que revise el diccionario) a lo largo de toda la historia del arte. Es un libro estrechito, coquetón, y muy bien documentado, en el que podemos encontrar desde relieves egipcios hasta las consabidas estatuas griegas y romanas, pasando por piezas mesoamericanas o pinturas hindúes y tibetanas. Lo que se dice un recorrido completo, vamos.
   Sin embargo, lo más curioso del asunto es que estamos hablando de un libro verdaderamente difícil de encontrar, ya que no está a la venta en librerías por tratarse de un producto promocional, financiado (y editado) por un conocido laboratorio farmacéutico que comercializa, entre otras cosas, píldoras para tratar la disfunción eréctil masculina. Desde luego, y como artículo promocional, no hay duda de que el libro es más que acertado para cumplir dicha función...
   Pero lo que es realmente triste es que, a día de hoy, no exista en el mercado no ya un estudio más riguroso sobre el tema (que haberlo, quizás lo haya, pero por lo menos yo no lo conozco), sino algún libro equivalente (es decir, bien documentado y bien ilustrado) que pueda adquirirse con más facilidad por parte del público, para poder admirar enteramente una de las manifestaciones artísticas más populares de todos los tiempos, por mucho que los moralistas de turno se empeñen en decir lo contrario y en mirar para otro lado cuando aparece en las vitrinas (o en las excavaciones) una obra de estas características.

-“Hysteria”: viernes, 27 de julio de 2012.

   Mira por donde, la cartelera nos ofrece una sana y sorprendente sorpresa, y valga la redundancia: una película hecha por mujeres y dedicada nada menos que a la invención del vibrador, juguete sexual femenino (y masculino) que el médico británico Joseph Mortimer Granville creó allá por la década de 1880. Cierto que “Hysteria” (Tanya Wexler, 2011) no es mucho más que una comedia romántica con un trasfondo amoroso, pero desde luego, es de agradecer que alguien se haya atrevido a hablar de un tema tan complejo y al mismo tiempo tan desconocido.
   Porque el vibrador, lejos de los oscuros orígenes que muchos quisieran atribuirle, nació nada menos que en una consulta médica, en la que los doctores victorianos provocaban a sus pacientes femeninas cuantiosos (y saludables) orgasmos para tratar lo que ellos denominaban “histeria”, enfermedad nerviosa que afectaba a las mujeres y que se calmaba con masajes manuales que causaban un paroxismo liberador (por cierto que la enfermedad, como tal, dejó de existir oficialmente en 1952). Desde luego, es curioso pensar en la imagen de una mujer yendo a visitar con regularidad a su médico, para que le provocase paroxismos histéricos... y más, en una época como la Inglaterra victoriana.
   Lo cual, como siempre, da un tanto que pensar, porque nos hace comprobar cómo el impulso (y el deseo) sexual han resistido incluso en las etapas más oscurantistas de la moralidad, disfrazándose de represión, de (falsa) castidad, o incluso de enfermedad. Afortunadamente para nosotros, y por mucha represión que haya hoy en día (y, por desgracia, hay más de la que parece), cualquiera puede adquirir uno de los descendientes del invento del doctor Granville para provocarse paroxismos histéricos sin tener que dar cuentas a nadie.

No hay comentarios: