No es mala manera de empezar el año, no señor... y más, teniendo en cuenta que ya hacía tres años del inicio de la aventura (y que mañana empiezo en serio con otra nueva locura literaria, de esas que darán que hablar... y si no, al tiempo).
Esta misma tarde he finalizado la escritura de un nuevo libro, que como suele ser habitual se va al cajón de los proyectos finalizados a la espera de editor: trece cuentos escritos de formas distintas y con el denominador común de una sensualidad más implícita que explícita, ya que era todo un reto personal escribir una obra erótica un poco diferente a las que me gusta leer. Después de todo, algún libro me he leído del asunto... y siempre me ha gustado dar mis propias visiones del tema.
Modestamente, estoy orgulloso, porque creo que no ha quedado mal: los relatos son ligeros y audaces, facilitos de leer y medianamente bien escritos (de mi propia técnica, a la que sólo veo fallos, sí que poco me atrevo a decir)... y encima, lleva un prólogo de mi amiga Andrea Nin. ¿Qué más se puede pedir?
Bueno, pues ya que estamos... ¿qué tal un editor?
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