Uno de los últimos regalos de mi madre, que ha resultado ser uno de los mejores que me haya hecho nunca: "Barrow y sus Hombres. Exploradores y viajeros británicos en la primera mitad del siglo XIX", escrito con mano maestra por Fergus Fleming, es precisamente eso, una crónica de las expediciones inglesas en busca de cosas como el paso del Noroeste, la Antártida, o la desembocadura del Níger. Excelentemente documentado (está publicado por RBA, pero dentro del sello de National Geographic, claro) y narrado de forma muy amena, es todo un placer para sumergirse en una época donde todavía había espacios en blanco en el mapa y personas que no habían entrado en contacto con la civilización, a lo que se suma la aventura de hacerlo todo a vela y con aquellos medios tan rudimentarios...
Para un enamorado de la Antártida como soy, las descripciones del Erebus y el Terror atravesando la banquisa y descubriendo precisamente el volcán al que uno de esos barcos pondría nombre, no tiene ningún precio... aunque reconozco que si el tema no te gusta, el libro puede llegar a aburrir. Pero desde luego, a cualquiera que le atraiga un mínimo la geografía y la historia, pasará un rato de lo más agradable... y como siempre, desde el punto de vista estrictamente documental para escritos propios, ya no tiene precio.
Por cierto que qué distinto es ahora el Ártico... Poco antes de acabar esta lectura, cuando ya me había sumergido en una cartografía casi desconocida para mí y que ahora ya ubico bastante bien en el mapa (la isla Melville, el estrecho de Barrow, la tierra de Banks, la península de Boothia), pillé por casualidad un documental que retrataba las carreras de camiones que se dan hoy día en aquellas latitudes. Así, como suena: los camiones que hacen rutas sobre el hielo para ir a las refinerías y demás sitios de esos, hacen después carreras y se lo pasan bien... No es criticable mientras no contaminen, pero desde luego, no es precisamente la imagen del Polo Norte que tengo yo en mi cabeza...
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