sábado, 5 de noviembre de 2011

"La Materia Oscura" (Philip Pullman)

Celebraremos la especial efeméride (por aquello de que hoy hace exactamente veintisiete años que empecé a escribir un diario) comentando por fin la última de las lecturas, que finalicé ayer mismo con todo el dolor de mi corazón y todo el placer de haber leído una muy buena obra a la que tenía ganas hace tiempo...

Desde luego, la oportunidad era tan buena que no la desaproveché: después de haber visto “La Brújula Dorada” en el cine (y de que me pareciese lo suficientemente interesante), y de haber estado en la noruega localidad de Molde, donde la filmaron, sólo me faltaba adquirir los libros en la vistosa edición que Ediciones B había puesto a la venta a raíz del estreno del film... y la espera para hacerlo mereció la pena, ya que encontré el estuche con la trilogía nuevecito del todo por 20 euros (es decir, a mitad de precio) en una librería madrileña de segunda mano.

Para empezar, cualquiera que se lea “Luces del Norte” (el primer libro, rebautizado después como la película) reconocerá a simple vista que el planteamiento es más que original, y que además está muy bien llevado (es, para mi gusto, el mejor de los tres, y uno no puede evitar pensar qué habría sucedido si el autor continuase por esos derroteros literarios): Pullman habla de un mundo extrañamente parecido al nuestro, con sorprendentes hallazgos literarios (los daimonions, con nombres tan sugestivos como Pantalaimon o Stelmaria) que se desarrolla de una forma que continúa sorprendiendo por apartarse como se aparta de la premisa principal sin abandonarla del todo, metiéndose tanto en “La Daga” como en “El Catalejo Lacado” en terrenos verdaderamente curiosos, donde se entremezclan física y religión de una forma muy, muy especial.

Para mi gusto, sin embargo, existe cierta precipitación en el último volumen, sobre todo en su segunda mitad: no estoy diciendo que yo lo hubiese hecho mejor, pero sí que tal vez habría sido deseable que desarrollase bastante más ciertas situaciones que resuelve en un plis y con una velocidad irritante. En fin, él es el autor, y él sabrá...

Pero de todas formas, eso no desmerece una rotunda conclusión, y es que hacía mucho, mucho tiempo, que yo no disfrutaba de una lectura como esta, hasta el punto de sufrir por y con sus personajes (y hasta aquí puedo leer), y de llegar al abismo blanco tras la última frase impresa y decir en voz alta “¿ya está?”, porque no tenía ningunas ganas de que se acabase.

Así es la vida, así son los libros: infinitas gracias pues que darle al señor Pullman, muchos ánimos para seguir profundizando en nuestra propia literatura, y un oso polar de cerámica que me traje de las islas Svalbard y que decora mi mesa de trabajo... y que ahora, lógicamente, se llama Iorek Byrnison.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola: Con tu permiso te sigo brindando algunas sugerencias. Este es un blog un poco "fashion" de dibujo porno, pero tiene su cosa. Seguro que te puede interesar:
http://denisdessins.blogspot.com/

Saludos.

Rando

Ház dijo...

Bonitos dibujos, sí señor, a veces Moebius, a veces Schiele... Como digo, siempre es todo un placer compartir estos asuntos, así que mil gracias de nuevo!!