sábado, 27 de septiembre de 2014

Concierto en el castillo de Bellver del pasado día 12 de septiembre, con música para mi libro

Hay momentos en la vida que, pase lo que pase, son dulces...

A pesar de todas las cosas habidas y por haber, y contra viento y marea, pasito a pasito, este mismo año, la Associació Balear Amics de les Bandes Sonores (ABABS) ha cumplido veinticinco años, celebrándolo con una exposición muchísimo más digna que la de hace cinco (aquella que yo mismo comisarié), y un montón de eventos preciosos... entre los cuales, por mérito propio y razones personales, destaca el presente.

Aritz Villodas es un compositor vasco que, junto con la inestimable ayuda de su mujer, Begoña, compone unas bandas sonoras preciosas e inolvidables. Y como además de eso ambos son dos excelentes personas, a quien esto escribe se le ocurrió hace años la desbaratada idea de pedirles que me compusieran una banda sonora original para un libro que, en aquel entonces, todavía ni siquiera se había publicado. Ese libro, hoy día, es el Círculo Primero de las Historias de la Tierra Incontable. Y lo que yo no podía imaginar de ninguna de las maneras era que Aritz, junto con Begoña, iba a trabajarse una composición absolutamente inolvidable, que va mucho (muchísimo) más allá de lo que yo mismo hubiera podido imaginar.

Y para rizar el rizo... pues eso, que este año, con motivo de un concierto en el castillo de Bellver con la Banda Municipal de Música de Palma y la presencia de Aritz y un programa repleto de sus temas, la composición con la que se cerró el evento fue nada menos que el tema principal compuesto para mi libro.

Inútiles las palabras, y más cuando disponemos de un vídeo que recoge el momento (¡mil gracias, Gori!), que yo tuve que presentar lo mejor que pude. Como bien le dije a Aritz, creo que era la primera vez en mi vida que he hablado delante de tantísima gente, y lo único que se me ocurría era dar gracias, cientos de miles de gracias a todo el mundo que había hecho posible aquella maravilla... y eso es lo mismo que reitero aquí, por no saber qué más añadir.

Como digo, hay momentos en la vida que, pase lo que pase, son dulces...

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