Azarosa,
sin duda, la existencia de este volumen. Atestigua una pegatina trasera que
costaba nada menos que 1200 pesetas en Galerías, da fe de su paso por locales
alternativos un cuño interior de la franquicia “Punt de Joc” (la verdad es que
desconocía yo que esos locales de juego tuviesen sección de libros, y más eróticos),
y de ahí tal vez fue a parar a la librería de segunda mano “The Trading Place”
(junto al palmesano barrio de Santa Catalina, que tiene sobre todo volúmenes en
inglés, pero que a veces te da sorpresas), donde lo adquirí al módico precio de
cinco euros. Sí, me encantan los libros de segunda mano...
El
presente “Eveline”, número 40 (siempre según mi numeración personal) de la
colección “La Fuente de Jade”, es una novela anónima de historia igual de
azarosa (parece ser, según el prólogo, que era un anónimo escrito tal vez en
tiempos del rey Jorge III de Inglaterra que en 1904 fue retocado para parecer
victoriano) cuya autenticidad parece indiscutible (la narración es errática en
momentos que no tendría por qué serlo y que tendría muy poco sentido falsificar
de forma tan deliberada) y cuya carga sensual es acertada, lo mismo que la
historia y su más que agradable (y agraciada) protagonista principal. Pero nada
más. Es decir: estamos ante un libro correcto, que entra más que bien en los
cánones de la literatura erótica decimonónica y británica, y al que no se le
puede poner ni una pega... pero tampoco ningún rasgo que lo haga destacar más
que alguno de sus hermanos. Y que conste que no es una crítica, sino una
constatación: porque “Eveline” es una buena novela erótica, sí, pero no es nada
más, así que un buen divertimento para pasar el rato, pero probablemente ya
nunca más vuelva a echarle un ojo. Así son las cosas en este género...
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