Nos
vamos acercando al presente. En este caso, tres columnitas, dos de ellas
dedicadas a dos buenos amigos míos, y dos grandes artistas cada uno en lo
suyo...
-“Jimmo Crocetti”: viernes, 2 de noviembre de
2012.
Algunas veces, uno
casi echa de menos aquellas épocas en las que la sensualidad, perseguida por
los acechadores vigilantes de la moral y las buenas costumbres, se escondía por
los rincones y brotaba de mil y una formas diferentes, llegando así a florecer
en los lugares más insospechados. ¿Tendríamos hoy obras de arte tan
arriesgadas, tan profundas, tan descarnadas, tan evocadoras y tan incitadoras
si el Eros hubiese estado tan visible y tan poco perseguido como sería
deseable? Es una pregunta difícil de contestar, desde luego... y es una
pregunta que a veces ni siquiera es deseable llegar a formular.
Sin embargo, a los
hechos nos remitiremos, y ya que las cosas son como son, y que tenemos la
oportunidad, disfrutemos una vez más del talentoso portento del gran Jimmo
Crocetti, quien junto con su banda recalará en el palmesano Teatre Principal el
próximo mes de noviembre, para ofrecernos justamente eso: la sensualidad
aterciopelada de su voz, heredera de aquellos “crooners” que arrebataban a toda
América en general y a Las Vegas en particular en aquellas mágicas décadas de
los 30’, 40’ y 50’, seduciendo a todo su público ataviados con traje y corbata
y con la única ayuda de su prodigiosa voz. Una voz que, qué duda cabe, se
modulaba de formas y maneras tan elegantemente sensuales que a nadie le pasaban
desapercibidas sus dobles o triples intenciones.
¿Han llegado a
preguntarse alguna vez qué sensaciones puede despertar el hecho de que sea la
voz, y sólo la voz, la que se convierta en instrumento incitante e incitador,
promesa de los placeres más profundos y refinados? Si tenemos en cuenta que el
mismísimo Frank Sinatra era considerado por algunos como la encarnación del
diablo, tal vez podamos hacernos una idea...
-“Las Libertinas de Raúlo Cáceres”: viernes,
16 de noviembre de 2012.
Una vez más, Raúlo
Cáceres lo ha conseguido. Ha conseguido dejarnos con la boca abierta a propios
(es decir, a quienes le seguimos desde hace mucho) y a extraños (es decir, a
quienes conocen sus obras más comunes y estandarizadas), logrando lo que
parecía imposible: que su obra más poderosa y personal, la que se adentra en
los mundos del Eros más extremo y al mismo tiempo más suave, no sólo vuelva a
estar disponible para todo aquel que desee adquirirla, sino que además, esté
publicada de forma definitiva por una casa tan competente como es Editores de
Tebeos, los cuales sin duda saben bien lo que tienen entre manos y apuestan de
forma bella y cuidada por un cómic de seiscientas páginas en edición de tapa
dura cuya frase promocional refleja más que bien lo que el lector tiene entre
las manos. Simple y llanamente, “otra pornografía es posible”.
Porque la ardiente
obra de este cordobés universal tiene tantísimo peso específico que cualquier
calificativo se queda minúsculo a su lado, es decir, al lado de esas
desbordantes (y desbordadas) páginas trazadas en poderoso blanco y negro, de
viñetas imposibles entre las que los cuerpos más sensuales se retuercen
inmersos en placeres tan voluptuosos que, una vez contemplados, ya nunca jamás
podrán olvidarse. Y teniendo en cuenta que estamos hablando de obras en las que
los protagonistas son las Justine y Juliette del Marqués de Sade, la condesa
Elizabeth Bathory o el mago Joanes de Bargota, Sísifo o las sirenas, o una
psicóloga más que experta en parafilias, lo único que queda por decir es que
cualquier amante del placer que penetre en el mundo de estas “Libertinas” sabrá
que, efectivamente, los caminos del Eros siguen siendo de lo más sorprendentes.
-“El diablo en la señorita Jones”: viernes,
30 de noviembre de 2012.
La revisión de mis
múltiples cintas de VHS sigue dándome sorpresas la mar de agradables, como es
el caso de la presente, revisada una tarde de las que uno no sabe qué hacer, y
teniendo en cuenta que hacía ya muchísimos años que no la veía. Estoy hablando,
desde luego, de “El Diablo en la Señorita Jones”, película filmada por Gerard
Damiano en 1973, y clasificada con la “X” que la define como un film en el que
se ven escenas sexuales explícitas.
Desde luego, no
dudo que esa fuese la intención de sus creadores (es decir, la de hacer una
película pornográfica, que el público iba a ver precisamente por eso), pero
después de todos los años que le han pasado por encima (y que son prácticamente
cuarenta, que se dice pronto), no he podido evitar disfrutarla mucho más desde
otros puntos de vista... porque observada con los ojos de hoy, esta película
parece mucho más una obra de arte y ensayo que algo que pueda considerarse
“escandaloso” o “moralmente reprochable”.
Porque es cierto
que contiene escenas sexuales explícitas, pero teniendo en cuenta la inocencia
que muestran, la naturalidad de los ejecutantes (y es que la actriz principal,
Georgina Spelvin, no pasaría hoy un casting de cine para adultos ni en broma, a
pesar de su hermosura natural), y todo el contexto de la historia (que comienza
nada menos que con un suicidio que sí es de lo más explícito, para continuar
hablando de muertes y resurrecciones y segundas oportunidades, en un guión del
todo enrevesado que realmente pretende contar algo), uno no puede evitar
preguntarse: ¿de verdad les parecerán escandalosas las cosas que ahora mismo
así son calificadas a quienes nos contemplen dentro de cuarenta años, o
pensarán más bien en lo exagerados que éramos?
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