Las
columnas firmadas por quien esto escribe que se publicaron en el periódico
“Última Hora” el último mes del año pasado fueron dos, más una dominical de las
que tanto me gustan (siempre rezo para que algún día pudiera tener yo un
espacio como ese en propiedad, cada domingo, para poder hablar de toda aquella
literatura que me conmueve) titulada “Patti Smith, poeta”, y que vio la luz el
día 30.
-“Eros y correo electrónico”: viernes,
14 de diciembre de 2012.
Uno de esos
escándalos que hacen rodar cabezas más que importantes y correr todo tipo de
ríos de tinta (sobre todo cuando ocurren en Estados Unidos) llama mi atención
por el método utilizado y los términos empleados para describir matices del
turbio asunto, ya que tras el análisis de los correos electrónicos que uno de
los protagonistas mandaba a una de las protagonistas (sí, esta vez el lío es de
los morrocotudos, pero no es precisamente eso lo que me interesa a mí, así que permítanme
que lo obvie descaradamente) han sido calificados como “inapropiados”. Y si a
esto le añadimos el hecho de que otros dos protagonistas eran, en palabras de
los investigadores, “verdaderos expertos en excitarse mediante el uso del
correo electrónico”, llegaremos rápidamente a la cuestión que nos ocupa.
Porque lo queramos
o no, el correo electrónico ha pasado a formar parte más que activa de nuestras
vidas, y a pesar de la poquísima privacidad que existe en la red (si es que
existe alguna, ya que de sobra es sabido que cualquier tipo de contenido puede
acabar apareciendo en ella, a pesar de todas las precauciones que se puedan
tomar), es de sobra sabido que son muchísimos los usuarios que se dedican a
utilizarlo para intercambiarse mensajes subidos de tono. Y no deja de ser
interesante, ya que es una extensión de las cartas de amor de toda la vida,
pero vinculadas ahora a un universo más perecedero que al mismo tiempo es más
duradero que nunca, ya que son millones de usuarios los que tienen posibilidades
de acceder a dichos mensajes y también de conservarlos.
¿Considerarán los
historiadores del futuro nuestros correos electrónicos como “inapropiados”, o
por el contrario serán capaces de sacar de ellos todo un torrente de
información referido a nuestra propia forma de ver la vida (y el Eros)?
-“Eros y salones de cómic”: viernes, 28 de diciembre de
2012.
La última de mis
visitas a una de las convenciones (o salones) de aficionados al cómic más
grande de nuestro país, me motiva una reflexión interesante acerca del Eros, la
juventud, y las formas de vivir alternativas a las establecidas rígida y
férreamente por los “iluminados” que se creen con derecho a dictar el qué y el
qué no se puede tolerar. Y dicha reflexión viene motivada por el hecho
aparentemente tan sencillo de que hay un amplio sector de ese público (es
decir, de gente que únicamente acude como visitante) que se desplaza hasta esas
convenciones disfrazados (mejor o peor) de los personajes a los que adoran. Y
aunque pueda parecer lo contrario, las personas que lo hacen son de todo
género, de todo físico, y de toda edad posibles, sobresaliendo por supuesto los
chicos y chicas que rozan la veintena.
Pero el quid de la
cuestión que da a la situación un giro interesante es, como no podía ser de
otro modo, el del Eros. Porque un alto porcentaje de esas personas que deciden
disfrazarse optan por personajes más que ligeros de ropa, a lo cual se pueden
añadir la tela ceñida y los elementos adicionales (látigos, esposas, máscaras)
que convierten el baile de disfraces en una pasarela de evidente (y nada
inocente) sensualidad, de lo cual todos ellos son pero que muy conscientes.
La reflexión
final, por lo tanto, es la de siempre: a veces, el Eros se refugia en rituales
misteriosos, disfrazándose con aparente inocencia para resaltar de formas que
se le escapan a pocos y sin embargo embriagan a muchos... y gracias debemos dar
a los dioses de que así sea. Así pues, aficionados al cómic y demás, somos
muchos los que os pedimos que mantengáis vuestros disfraces y vuestro estilo de
vida, ya que sin duda las convenciones son mucho más interesantes gracias a
todos vosotros.
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