Los ¿nuevos?
propósitos para el nuevo año y las ¿modernas? formas de reivindicar, fueron
protagonistas de las columnas publicadas el mes pasado, con las cuales por fin
nos ponemos al día... y ya iba siendo año.
-“Eros y 2013”: viernes, 11 de enero de
2013.
En este año que
ahora comienza, son muchas las personas que fijan sus esperanzas y vuelcan sus
anhelos, deseando que las cosas vayan un poco mejor de lo que van, en todos los
sentidos. Y entre todos esos sentidos en los que uno sin duda alguna puede
perder buena parte de su cordura, estando las cosas como están (economía,
trabajo, política, sociedad...), nosotros nos permitimos seguir insistiendo en
fijar la atención en los complejos y nunca suficientemente ensalzados mundos
del Eros más íntimo y profundo.
Porque a este 2013
son muchas las cosas que se le piden, y sin duda, son muchas más las que se le
podrían pedir en muchas materias que poco (o nada) dependen de nosotros mismos,
pero en medio de ese marasmo proceloso que muchas veces es la realidad que nos
rodea, las pepitas de oro de la sensualidad siempre son capaces no ya de llamar
nuestra atención, sino de solazar unos momentos de ardua y penosa existencia.
Porque el Eros, ese Eros que podemos disfrutar solos o en compañía a la búsqueda
de nuestra propia pasión solitaria o acompañada, es algo que ofrece muchas más
satisfacciones de las que parece, y que encierra muchas menos frustraciones de
las que algunos nos quieren hacer creer.
Y es que lo que es
seguro es que el 2013 es un año en el que van a ocurrir muchas cosas, y cosas
de todo tipo... así que, ¿qué mejor receta que volver nuestra atención a los
asuntos más íntimos, aquellos en los que sólo nosotros ordenamos y mandamos,
que regimos a nuestra conveniencia y que siempre nos procuran honda y profunda
satisfacción?
Después de todo,
si las personas que se dedican con ahínco a poner trabas y a machacar
conciencias se dedicasen al descubrimiento del Eros, otro gallo nos cantaría.
-“Topless y manifestaciones”: viernes,
25 de enero de 2013.
El asunto del
grupo punk ruso “Pussy Riot” ha vuelto a sacar a la palestra una forma de
protestar que, curiosamente, no sólo nunca pasa de moda, sino que siempre llama
la atención de manera más que efectiva. Se trata simplemente de manifestarse
con la parte superior del cuerpo descubierta, evidentemente por parte de las
féminas (ya que los hombres no causan ningún escándalo si hacen algo semejante,
parece ser). Y es que basta que un par de mujeres se manifiesten de esa guisa en
cualquier rincón del mundo como para que los noticiarios nos las muestren
(generalmente acompañando las imágenes con imaginativas frases del tipo “y ahí
las tienen, desafiando al frío...”), y todos sepamos que protestan por algo,
aunque no sepamos muy bien por qué.
Desde luego, no es
algo que yo critique, ni tampoco que crea que debe restarle atención al más que
escandaloso asunto del que se habla en este mismo caso concreto, pero sí me
llama la atención, una y otra vez, lo poderosas que pueden ser las armas
femeninas bien empleadas. Después de todo, ¿por qué será que si todas esas
chicas protestasen por los mismos hechos y de la misma manera pero con sus
pechos cubiertos, probablemente no saldrían en ningún informativo, y ninguno de
esos policías que se obstinan en taparlas y detenerlas por escándalo público
les dirigirían siquiera una ojeada?
Como digo, es más
que curioso que la visión de un cuerpo humano desnudo siga dando tanto que
hablar y tanto en lo que fijarse, y que escandalice y llame tantísimo la
atención en unos tiempos en los que no nos sorprendemos de casi nada. ¿Sería
una buena solución que los manifestantes se mostrasen desnudos durante sus
reivindicaciones (fueran del tipo que fuesen) para que así les hiciesen más
caso aquellos que parecen no verles?
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