-“Bolero”: jueves, 2 de junio de 2011.
En estos tiempos en los que cualquier película puede obtenerse con la facilidad de un clic, a veces tienen que llevarnos hasta nuestra misma casa las cintas que hace muchísimo que queríamos ver y en las que en realidad hacía ya años que habíamos dejado de pensar. Y como yo soy un tanto perverso en gustos y pareceres, no puedo estar más conforme con el hecho de que sean muchas las publicaciones periódicas que actualmente ofrezcan a bajo precio películas de temática sensual, que además no había visto nunca.
En este caso concreto, le ha tocado el turno nada menos que a Bolero, el film que John Derek rodó allá por 1984 para lucimiento de su esposa, la despampanante Bo Derek. Y la verdad es que es fácil de entender por qué aquel hombre estaba fascinado con ella: su belleza bastante natural (aunque el bisturí ya empezaba a utilizarse por aquel entonces) justifica con creces la atracción que ejerció sobre tantos espectadores, y también el halo de mito que se ha ido tejiendo desde entonces en torno a semejante película.
Porque ciertamente, son muchísimas las cosas que nos dejan de piedra (y que nos sonrojan, aunque en este caso por vergüenza ajena) cuando la vemos con los ojos de hoy, desde su co-protagonista Ana Obregón (sí, han leído bien) hasta los jeques árabes en el desierto de Marruecos, pasando por los fumaderos de opio de Sevilla (?) o los tópicos más tópicos (y más estúpidos) relacionados con España. Ciertamente, no es de extrañar que se llevase seis anti-oscars en su época.
Así las cosas, ¿ha valido la pena dedicarle tiempo? Pues francamente, y hablando siempre desde el terreno del Eros, así ha sido, aunque sólo sea por esa única escena salvable de la Derek montando desnuda y a pelo un caballo andaluz. Claro que visto de esa manera, a lo mejor hubiera sido preferible que John Derek filmase un cortometraje y nos ahorrase todo el resto del pastiche...
-“Justine y Juliette, en cómic”: jueves, 16 de junio de 2011.
El asunto tiene ya algunos años, pero después de unas cuantas vicisitudes varias, al fin podemos disfrutar de forma decente una de las obras más escurridizas del gran artista de cómic Raúlo Cáceres: Viaje a Bizancio Ediciones se ha atrevido a recopilar en una bonita edición todas las páginas que conforman esta magnífica versión de uno de los clásicos más indiscutibles de la literatura libertina, como es “La Nueva Justine o los Infortunios de la Virtud, Seguida de la Historia de Juliette, su Hermana, o las Prosperidades del Vicio”, de Donatien Alphonse-François, Marqués de Sade.
Han sido muchos los lectores cautivados por ese inclasificable libro, y han sido menos quienes se han atrevido a bucear en las posibilidades que ofrece una historia llevada hasta límites difíciles de superar... pero como es habitual, Raúlo no sólo lo ha conseguido, sino que además lo ha conseguido con nota. Sin renunciar a las aberraciones y a las denuncias sociales presentes en la obra original (y que, en contra de lo que pueda parecer a primera vista, es el pilar central del libro), este sorprendente hombre utiliza toda su maestría a la hora de componer páginas no tanto para escandalizarnos o para repelernos como para presentarnos una belleza que se nos antoja inolvidable. Belleza sangrienta e injusta, eso sí, pero belleza al fin y al cabo.
Y esa es precisamente la cualidad que convierte a Raúlo Cáceres en un autor especial, porque a pesar de toda la explícita crudeza que despliega en sus obras subidas de todo (como las inolvidables “Elizabeth Bathory” o “Aguas Calientes”), jamás olvida ni la belleza ni el buen humor... y por eso, su fiel adaptación es sin duda la manera más hermosa de acercarse a una obra tan difícil como esta.
La lástima es que la adaptación permanezca aún incompleta, claro está... pero los muchos admiradores de Raúlo nunca perdemos la esperanza.
-“El desnudo de Titanic”: jueves, 30 de junio de 2011.
Hace unos días, me encontré con una noticia que me hizo sonreír de pura nostalgia: ha sido subastado el retrato que Leonardo DiCaprio hacía de Kate Winslet en la película Titanic (filmada por James Cameron en 1997, como supongo que casi todo el mundo recuerda). Once mil dólares ha sido el precio final de un carboncillo donde la belleza de la modelo eclipsaba por completo al caro pedrusco que llevaba colgado del cuello, y que por cierto no había sido ejecutado por el actor, sino por el director en persona: efectivamente, parece que Cameron tenía (y tiene) muy buena mano para el dibujo.
Recuerdo muy bien la primera vez que vi dicha escena, y que a pesar de haber quedado un tanto empañada por el empachamiento posterior (y todo aquel que lo viviese recordará bien lo hartos que nos quedamos todos con el fenómeno “post-Titanic”, como lo definía muy bien un amigo mío, y que hizo que la película estuviese presente hasta en la sopa), considero que todavía conserva toda su fuerza y toda su hermosa solidez, en un tiempo en el que el cine americano aún no hilaba tan fino como para darse cuenta de que Kate Winslet no era menor de edad, pero el personaje al que daba vida, sí (lo cual habría causado más de un desgarro de vestiduras en posteriores administraciones políticas de tan conservador país). Sea como fuere, la escena es preciosa, y el dibujo, también... y sólo cabe esperar que en la próxima versión tridimensional que el director está preparando de la película para su inminente reestreno en cines, no se le ocurra cortarla por el motivo de la edad o por cualquier otro.
Pero después de tantos años de conocer al señor Cameron, parece que podemos estar tranquilos de sobra: no en vano, fue capaz de mostrar una preciosa escena cargada de sensualidad entre dos personajes de otro planeta en Avatar... aunque la escena completa estuviese únicamente en la versión extendida.
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