El mes pasado, y después de haber vuelto a los textos del maestro Tolkien el anterior, me apetecía sobremanera leerme su biografía oficial, y eso fue lo que hice: exhaustivo trabajo sin duda el de Carpenter, el cual a pesar de mis aficiones literarias, jamás había leído hasta ahora (aunque hay que decir que nunca lo tuve, hasta que me compré la colección de marras en la que vienen todos ellos).
Revelador resulta acercarse hasta el personaje de un hombre que ni de lejos quería la fama que tuvo, y quien al mismo tiempo tuvo que padecer lo indecible para poder llevar a buen puerto su obra magna (la cual no culminó, por cierto, y la cual curiosamente parece mucho más floja que lo que él consideraba “entretenimientos”). ¿Quién sabe qué disquisiciones se encierran en la cabeza de un escritor, y cuáles son los objetivos que se cumplen finalmente?
Después de disfrutar sanamente de su lectura, apetece sobremanera seguir escribiendo... y también seguir leyendo sus volúmenes de textos inéditos, aunque para eso haya que esperar al año que viene.
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