Lenta,
pacífica y calurosamente, vamos desenredando agosto, untándonoslo por la piel y
dejando que se mezcle con el sudor y los calores estivales tan caros y tan
gratos. Como decía hace poco mientras tomaba el fresco en mi balcón, el
Mediterráneo es el estado natural del ser humano...
Tremendo
el Celsius 232 de este año, sí señor: segunda entrega del avilesino festival de
ciencia-ficción y literatura fantástica al que se asomó un servidor acompañado
de su editor, y tal y como hicimos el año pasado, vendimos unos cuantos
ejemplares de nuestros libros (alrededor de 70, que no está nada mal para los
tiempos que corren) y salimos recomendados en la prensa local (concretamente el
día 2 de agosto, viernes), además de hablar de ello ante un auditorio un tanto
vacío pero muy mucho animado. Amigos, compañeros de profesión, libros,
fabada... Volveremos, vaya si volveremos.
Y
ahora, pues en ello seguimos, rematando temas, y ante todo y sobre todo,
escribiendo... o más bien debería decir que, ante todo y sobre todo, procuramos
disfrutar del verano, que para eso está. Dulce, dulce Mediterráneo...
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