Mira tú
por donde, otra sorpresa de las magníficas... Aprovechando como estamos el estío
para ponernos al día con los últimos volúmenes adquiridos de la colección “La
Fuente de Jade”, cogí el presente de la pila (número 35 de la colección,
siempre según mi lista) sin saber bien qué iba a encontrarme o qué no, y mira
por dónde que fui a dar con una de las joyas de la corona. Una novela que a
pesar de tratar del asunto sadomasoquista (el título lo dice todo, y es
exactamente lo que uno se imagina), está maravillosamente bien escrita, con las
exactas pasiones dosificadas (es muy poco explícita, lo cual, en este caso
concreto, ni mucho menos es un defecto) y una narración tan fluida y tan bien
llevada que realmente acaba convenciendo a uno de que lo que mejor le puede
pasar al joven pupilo es dejarse caer definitivamente en las redes de su cruel
institutriz. Y encima, tiene uno de esos finales magníficos: todo un hallazgo,
se mire por donde se mire...
Y
buscando y rebuscando, y gracias a la ayuda de la casualidad, me he enterado de
quién era su autor (y no, no era una mujer) a partir de las exiguas
informaciones que daba el libro (el título original, “The English Governess”, y
que había salido de las míticas manos de Olympia Press). Con esos datos, es la
misma Wikipedia la que nos informa de que el escritor y poeta canadiense John
Glassco (1909-1981) escribió una novela titulada así que publicó esa editorial
en 1960 (según parece, bajo el seudónimo de Miles Underwood), y que además, por
si eso fuera poco, escribió otra publicada siete años más tarde titulada
“Harriet Marwood, Governess” (que es el nombre del personaje que nos ocupa).
Cruzando más datos en la web, parece ser que lo que Glassco hizo fueron dos
versiones de la historia, una más sencilla (la primera, y de la que aquí
hablamos), y una segunda más desarrollada (en la que parece que el personaje de
Richard cuenta incluso con una novia, cosa impensable en la presente), que
lamentablemente no parece estar traducida al castellano (aunque si lo está
esta, tan escondida, quién sabe). Afortunadamente, lo que sí está traducido,
sorprendentemente, son sus memorias, que me apetece muchísimo leer, así que a
ver cuándo me hago con ellas y les doy un mordisco... porque como he dicho,
hacía bastante tiempo que una novela erótica no me sorprendía tanto (si
exceptuamos “Sin Tabúes”, claro está, de otro poeta). Todo un descubrimiento
que estoy convencido seguirá dando mucho que hablar, sí señor.
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