La vida
te da sorpresas, sin duda alguna... Resulta que hace poco, encontré en una
tienda de mi ciudad unos cuantos libros de “La Fuente de Jade” a muy buen
precio, entre los que estaba el presente, “Sin Tabúes”, de Tor Kung, que no
correspondía a la colección propiamente dicha, sino que era posterior y formaba
parte de otra colección de idéntico formato que se llamó “La Fuente de Jade
Hard”, y de la que sólo se publicaron dos títulos (y por cierto que al
principio pensaba que lo de “Hard” era una tontería, pero en este caso, me
parece justificado, al menos en este volumen, que es el segundo y último que
salió con el sello). Afán completista, no puedo negarlo, así que lo compré por
pocos euros, y comencé a leerlo...
La
sorpresa fue cuando me encontré con un libro magníficamente escrito, con una
pasión desbordante pero muy bien narrada, y con unas escenas donde la
imaginación y la trasgresión más trasgresora (y valga la redundancia) se daban
la mano con una elegancia y un saber hacer cautivadores. Ciertamente, es tan denso
que conviene paladearlo poco a poco y hacer que dure o corre uno el riesgo del
empacho, pero hacía tiempo que una obra de literatura erótica no despertaba en
mí tantas simpatías...
Y
ahora, buscando qué y qué no, me entero de que la presente es obra nada menos
que de un poeta estadounidense llamado Jack Gilbert, que murió el año pasado (y
que había nacido un 18 de febrero, curiosamente), y que la coescribió con Jean
MacLean en 1968 (su título original, que no sé por qué demonios no tuvieron la
decencia de respetar en su momento, es “Forever Ecstasy”... y por cierto que es
divertido que la portada de la edición española sea obra de Luis Royo, nada
menos. Y ya que estamos, y como he encontrado también la original de
casualidad, que es bien bonita, pongo ambas aquí), con quien había realizado
también otra cuatro años antes bajo el mismo seudónimo, que se llamó “Mi Madre
Me Enseñó” (de la cual hay un fragmento recogido en “El Libro de las Orgías”,
de RobinBook, pero que nunca se ha editado aquí completamente), siendo
únicamente estos dos títulos las novelas que escribió en su vida.
Por
supuesto, que sea la obra de un poeta aclara muchas cosas (lamentablemente, no
he encontrado información sobre la otra mitad de la obra, es decir, sobre
MacLean), y también respecto a la estructura de la misma (dos historias
paralelas, y me atrevo a aventurar que la de Gilbert es la de Paul y su
hermana, mucho más poética que la otra, aunque sin desmerecer en absoluto
ninguna de las dos), pero sobre todo, justifica su tremenda calidad. Qué placer
de dioses, ciertamente, poder leer la obra de un poeta laureado que se
decidiese a la trasgresión (aunque fuese por dinero, que ambos libros los
publicó Olympia Press, y ya sabemos cómo se las gastaban...), y que lo hiciese
de una forma tan libre y tan fluida, tanto que deja en pañales a muchos de los
subproductos de consumo que se venden hoy día como “lo más escandalosamente
escandaloso que ha habido nunca respecto al escándalo”.
Lo
único incomprensiblemente extraordinario es que fuese editada de forma tan
humilde y desapercibida, y que hoy sea una pieza de museo... aunque por fortuna
aún hay ejemplares por ahí a muy buen precio, así que, de forma total y
absolutamente sincera, les animo a que se animen, porque no saldrán defraudados
en absoluto.
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