Y cerrando etapas continuamos...
Es una lástima. Era previsible, era imaginable, e incluso era evidente... pero es una lástima. Toda una combinación de factores que ha hecho que la revista “Kiss Cómix”, dedicada al cómic erótico y editada por Ediciones La Cúpula durante casi veinte años, haya tenido que echar el cierre. De golpe, va uno al kiosco, o a la librería especializada de turno, y se entera de que el 239 es el último número.
Ya he escrito una columna sobre el tema, y si insisto en ello aquí, es precisamente porque esta revista ha sido una parte muy importante de mi vida. Como pocas cosas. Puedo presumir de tener nada menos que la colección completa, de haberla leído solo y en buena compañía, e incluso de haber aparecido varias veces en sus páginas (incluso en una foto de cuerpo entero, caracterizado como el dr. Frank ‘n’ Further)... y por eso, su despedida y cierre me produce una sensación de lo más agridulce.
En 1991, cuando apareció, yo tenía 15 años. Recuerdo verla colgada en los escaparates de los kioscos sin decidirme nunca a comprarla sin saber muy bien por qué (por vergüenza no, ojo), pero ya entonces me acompañaba de refilón: tuvieron que pasar varias vicisitudes y varios números hasta que mi interés por el cómic (en general) creció, hasta adquirir el primero de ellos por pura curiosidad. Fue el 44.
A partir de ese momento, y salvo algunas excepciones (tuve unos meses que la abandoné a su suerte), nunca dejé de comprarla, ni tampoco de recuperar los que no tenía. Seguí haciéndolo en Barcelona, y después, en Madrid, y también en Gijón, y de nuevo en Palma... porque la asociaba tanto a mi propia vida que cada vez que tenía que mudarme de un lugar a otro lo primero que hacía era comprármela, y la colección recomenzaba otra vez. Justamente, una de las cosas que acababa de hacer y que remataré dentro de nada fue unificarla toda, dejándola partida en dos bloques (el asturiano y el mallorquín), como tantas otras cosas en mi vida...
He conocido y entrevistado a muchos de sus autores, y tengo preciosos dibujos de algunos de ellos. Tengo ejemplares con deliciosas cicatrices provocadas por el placer compartido, tengo ejemplares de segunda mano que no ha sido fácil encontrar (adquirí el número 1 en edición original nada menos que en Holanda, precisamente porque no quería reediciones y en “Lambiek” lo tenían), tengo ejemplares leídos una y mil veces y tengo otros que no tanto... En definitiva, tengo una colección magnífica.
Por eso, ahora que tantos círculos de mi vida se van cerrando, la sensación es como digo muy agridulce. Algo más que se acaba, algo menos de lo que depender... y un placer que ya no voy a volver a sentir: el bueno de Atilio lo ha explicado muy bien en su última locura (por cierto: gracias por la venganza de Marité, que muchos estábamos esperando hace tanto). Una lápida, una noche de invierno, un ramo de flores...
Muchas gracias, “Kiss”: seguiremos adelante, pero te echaremos de menos.
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