Soy el primer sorprendido, pero a veces pasan cosas de estas (y a fin de cuentas, siempre he pensado que la psicomagia funciona... y lo hace de maneras inesperadas). Esta mañana me he levantado con otros planes, pero pronto he empezado a ordenar papeles atrasados que estaban esparcidos por encima de mi mesa con el ánimo de seguir poniendo orden en mis asuntos y sin una meta prefijada... y tal vez por eso, he acabado de colocarlos todos en su sitio. Dos años enteros de papeles esparcidos dan para un rato...
Y como siempre, el hecho de ordenar es algo más bien automático, monótono, que hace que nos preguntemos por qué almacenamos papeles (facturas, cartas personales, artículos que nos interesan, creaciones varias...), y que al mismo tiempo contiene en su interior la respuesta implícita: ¿por qué no? Si el exterior es reflejo del interior, si lo que veo es semejante a mi mente... es mejor que todas esas cosas estén en su lugar. Porque sí. Porque es un buen momento vital. Porque se trata de aprovechar el ahora, con lo que tenemos. Porque como dirían los Ilegales, el momento es ya.
Y mezclándolo con artes varias y variadas, que siempre es sin duda lo que conviene hacer, aprovecho para mostrar el precioso collage que decora el quinto de mis acordeones guardapapeles: el correspondiente a las cartas de personas que no me escriben undamentalme (es decir, undamentalmente, los asuntos de trabajo). Como ya dije, al principio ordenaba (e imprimía) todos mis mails, pero ahora me basta con ordenarlos... y ese es otro asunto al que tendré que echar un ojo prontito.
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