Aprovechando que es Navidad y que hoy por la mañana ha llegado Papá Noel, yo voy a regalarle a mi blog (y a mis lectores, of course), las jugosas columnas de temas relacionados con el Eros publicadas el pasado mes de noviembre, para que se entretengan leyendo (que además, afortunadamente, fueron nada menos que cuatro).
-“Regresando al Molino”: domingo, 7 de noviembre de 2010.
Una de esas noticias que valen la pena, de esas a las que les dedican un tiempo mínimo en los noticieros y que luego pasan al olvido con bastante rapidez: el Molino, el mítico local barcelonés dedicado al mundo del espectáculo y las variedades (preferentemente sensuales), ha reabierto sus puertas después de trece años cerrado. Y ha vuelto a hacerlo sin olvidar nunca su cometido trasgresor, aquella fama que ha perdurado durante más de un siglo y, sobre todo, durante las etapas más negras de nuestra historia (y es que hay que recordar que el local permaneció abierto incluso durante la guerra civil).
Y esa es una gran noticia. No porque el género de revista (sensual o no) pase precisamente por su mejor momento, o porque con las innovaciones y la liberalización de la información hoy día ya no sea necesario ir a locales casi clandestinos para respirar un poco de aire puro (o viciado, según se mire), sino porque la libertad, y sobre todo la libertad sensual, debería ser algo tan protegido como lo está su fachada modernista (que es patrimonio arquitectónico de la ciudad). Porque hay cosas que son necesarias, y cosas que no lo son tanto... y cosas que deberían serlo, y cosas que aunque aparentemente no lo sean, lo son mucho más de lo que pensamos.
Y me refiero específicamente al hecho de que si el Molino ha vuelto a abrir sus puertas ha sido por iniciativa privada, con todo lo que ello conlleva (es decir, que sin éxito económico, volverá a cerrarse otra vez), y sin que las administraciones públicas hayan hecho nada para conservarlo tal cual ha sido siempre. Y uno en estos casos no puede evitar preguntarse por qué los políticos dedican gigantescas partidas presupuestarias a todo tipo de obras faraónicas (y muchas veces innecesarias), y por el contrario no pueden sostener uno de esos emblemas de la libertad (sensual) que además está reconocido así por todo el mundo...
-“Max Pécas”: jueves, 11 de noviembre de 2010.
Estoy bien seguro de que más de un lector habrá reconocido el nombre... y es que es ciertamente fácil de recordar (y por lo que he podido averiguar, no es ningún seudónimo, sino que el hombre se llamaba realmente así): Max Pécas, director de cine francés, a quien han catalogado como el mayor responsable de los sueños húmedos de millones de adolescentes en todo el Mundo.
Y es que, aunque todos hemos visto al menos algún fragmento de sus películas, personalmente me acabo de reencontrar con él a través de la reedición de parte de su obra en DVD... y si bien es cierto que, como dijo el genial Tim Burton, “Max Pécas es al cine cómico lo que Ed Wood al de ciencia-ficción”, algunos de sus films todavía tienen momentos capaces de sorprendernos de forma muy poderosa. Porque evidentemente, cualquiera de sus películas de bajo presupuesto e intenciones más que claras (por no hablar de los delirantes títulos) está bastante trillada y casi siempre mueve únicamente a risa... pero sin embargo, hay historias que hoy día se nos presentan con una frescura y una vitalidad (y sobre todo, un atrevimiento) que nos dejan con la boca abierta. De esas, destaco sin duda entre mis favoritas la llamada “Las Mil y Una Perversiones de Felicia” (del año 1975), donde una joven supuestamente menor de edad revela sus instintos más perversos seduciendo (y pervirtiendo agradable y felizmente) a una enamorada y madura pareja...
Aunque por supuesto, lo sorprendente no es el argumento, ni la película, ni la filmación, ni nada de eso: lo sorprendente es que si hoy día alguien decidiese filmar esa misma historia con unos pocos más de medios (y una técnica un poco más depurada), seguro que se organizaría un escándalo mayúsculo en todo el planeta. A veces, uno se asusta un poco al descubrir que hace treinta y cinco años existía una libertad y una tolerancia moral bastante más firmes que las de hoy día...
-“Eros y Prehistoria”: viernes, 19 de noviembre de 2010.
La burgalesa Fundación Atapuerca acoge hasta el próximo día 8 de diciembre la exposición “Sexo en piedra”, que después viajará hasta Cantabria, y luego a “otras ciudades españolas”. Aprovechando la indefinición de dicho término, no estaría mal que alguno de nuestros isleños políticos pusiese algo de su parte para que los que vivimos aquí pudiésemos disfrutar de ella sin necesidad de tener que desplazarnos...
La muestra, por lo que parece, no tiene desperdicio alguno, puesto que muestra a las claras y de forma científica y sistemática lo que muchos pensamos desde siempre (y que a algunos parece les cuesta mucho entender): las relaciones sexuales, separadas de sus funciones biológicas de procreación y utilitarismo, son algo placentero y perfectamente natural, lo cual ya era conocido (y practicado) hace nada menos que 40000 (cuarenta mil, ojo) años. Y no soy yo quien lo dice, sino el arqueólogo Marcos García y el urólogo Javier Angulo, quienes han examinado centenares de piezas tratando de dilucidar sus posibles significados y usos, descartando muchas veces tópicos inamovibles que estaban ligados más bien a ideologías muy posteriores que no a las funciones originales de dichos objetos.
Y es que, ciertamente, ¿por qué tendrían que considerar aquellas personas que las caricias compartidas (con gente del sexo contrario, o del mismo, o incluso con animales) eran algo nocivo? ¿Por qué tendrían que ocultar objetos y representaciones tan sugerentes, cuando en realidad la fertilidad y el placer eran para ellos toda una bendición? ¿Acaso tenía sentido que escondiesen un don de la naturaleza que consideraban legítimo y válido?
Exposiciones como la presente son las que hacen que nos planteemos qué significa exactamente la palabra “evolución”... y también son las que hacen que nos preguntemos cuánto hemos evolucionado exactamente en estos últimos milenios.
-“Recordando a Penthouse”: viernes, 26 de noviembre de 2010.
Qué tópico resulta acordarse siempre de las cosas cuando es la muerte la que viene a llamar a la puerta... pero así es el Mundo, y reconozco que a mí también me sucede: hacía ya muchos años que no pensaba en la mítica revista “Penthouse”, y por eso cuando el otro día una amiga me enlazó la noticia de la muerte de su fundador, el estadounidense Bob Guccione, decidí que era tiempo de averiguar qué era lo que había sucedido con ella en todos estos años de vida.
Aunque tampoco es que le tenga un excesivo cariño, ya que precisamente siempre fue una de esas publicaciones que juegan a provocar enseñando lo justo (y lo gracioso es que lo consiguen) al mismo tiempo que intentan darse cierto barniz intelectual (aunque no tanto como “Playboy”, claro), mientras muchas de sus modelos están tan estereotipadas para gustar a todo el mundo que al final acaban cansando... pero claro, la libertad es la libertad, y una revista que ha sido capaz de escandalizar a varias generaciones sin necesidad de ser abiertamente explícita (a pesar de que sí ha tenido temporadas así) siempre resulta interesante en sí misma.
Pero quizás sea eso mismo lo responsable de su situación actual, con el emporio que llegó a ser prácticamente desaparecido, y reconvertida en no se sabe bien qué para adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy día, cuenta con una más que vistosa página web, donde por un módico precio accedemos a todo un surtido de contenidos (blandos y duros) que a primera vista parecen precisamente más de lo mismo: estándares aburridos, modelos que no convencen a nadie, y formas desgastadas por el uso...
Nunca se sabe qué es lo que hay que hacer con estas cosas para darles un poco de vida, y menos en estos tiempos en los que la revista (digital o en papel) parece condenada a la extinción... pero seguramente que un poco de originalidad tampoco le vendría nada mal.
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