Líos varios de últimas horas me tienen más apartado de lo que desearía del presente blog y de otras cosas más majas todavía... pero así es la vida, y de momento no nos quejaremos, sobre todo con otro libro en ciernes y un viajecito próximo nada menos que al Salò del Còmic de Barcelona, casi diez años después. Curiosa la sensación de ir como autor, y no como periodista...
Por otro lado, una de esas noticias de las que vale la pena hacer mención: finalmente, he superado la barrera del dichoso examen del nivel C de catalán, que acredita que un tipo como yo (quien ha escrito durante años en diversas publicaciones en dicho idioma, y que además tiene libros publicados que lo refuerzan) sabe hablarlo y escribirlo de manera bastante correcta. Un 7’5 me dio tres décimas de margen (sí, el aprobado era 7’2) para quedarme con la última oportunidad, porque a partir de ahora la cosa cambia con Bolonia. Espero que al menos sirva para que me dejen en paz de una vez con el asunto... aunque para ser el primer intento, no ha estado mal del todo, no.
Me hizo gracia que el dictado fuese un fragmento de “Moby Dick” (con palabras lógicamente tan retorcidas que ni yo las había escuchado nunca), y uno de los soportes de los que me serví para aprobar fue el libro “La Vida Excessiva de Salvador Dalí”, firmado por el gran hispanista Ian Gibson (quien por cierto me comentó a mí en persona que no estaba para nada de acuerdo con esa traducción del título castellano “La Vida Desaforada de Salvador Dalí”). Interesantísimo como no podía ser de otro modo, y también interesante para leer en catalán (por aquello de que algunos textos de Dalí lo están, aunque sea en un catalán muy suyo que probablemente no pasaría el examen que he pasado yo), se lo pedí prestado a mi hermana y llegué a la página 391 (es decir, al capítulo 9, correspondiente a 1931), pero decidí no seguir adelante: el momento Dalí ya pasó, y no sé si volverá alguna vez... y el momento catalán, por fortuna, ya ha dejado de preocuparme. Queda la dichosa capacitación, pero esa es harina de otro costal...
Por el momento, disfrutaremos lo que podamos de la primavera.
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