A duras penas voy consiguiendo contenerme y cumplir el objetivo de leer únicamente un libro al mes, a pesar de las trampas (que las hago, como no podía ser de otra manera) y de las obligaciones laborales... De momento, me llevé al último viaje a Barcelona uno pendiente hacía ya tiempo: “El Fin de la Tercera Edad”, cuarto volumen de “La Historia de El Señor de los Anillos” publicado por Christopher Tolkien sobre los escritos de su padre, en este caso los más famosos.
La verdad es que después de haberme tragado los otros tres, no tuve demasiada dificultad en hacer lo propio con el presente, disfrutando de sus múltiples anotaciones y de toda esa labor de zapa que Christopher ha realizado de la enorme labor paterna, recomponiendo las piezas de un puzzle de lo más interesante. Si uno es aficionado a “El Señor de los Anillos” (que debería), no dejará de disfrutar de cosas como los epílogos descartados (que completan la historia) o las (lógicas) vacilaciones por parte del autor a la hora de cómo continuar tamaña historia.
Y en cuanto a las objeciones tan extendidas acerca de si hacer (y leer) un trabajo semejante es necesario o no, contesto lo de siempre: a quien no le apetezca, que no se lo lea, y listo. Por la parte que me toca, es una excelente escuela literaria que además de enseñarme muchísimo acerca de maquinaciones internas (composición, organización de ideas, titubeos varios), me ha dado momentos hermosos respecto a textos inéditos que complementan esa maravillosa novela sin quitarle ni un mínimo de valor.
Por cierto que lo mío tiene tela... porque hace ya casi veinte años que me leí el libro original, así que ya sería hora de volver a echarle un ojo, y a la edición completa y anotada, desde luego. Pero como en mi biblioteca Tolkien todavía hay gran cantidad de volúmenes esperando su turno de lectura, me parece que aún tardaré unos añitos más...
La foto de los cuatro volúmenes juntos de “La Historia de El Señor de los Anillos”, de mi colección privada.
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