Ya que hablábamos de Patti y de poner orden, decidí ayer ponerme con el décimo “Antídoto”, que parece que en el Ca’n Cun sigue su curso y su vida bella y diligentemente... y para ello, comentar la última lectura Star (de las que no cuentan en el cómputo anual, y por eso gracias a ellas puedo hacer trampa), que vino por sí sola y por vía paterna después de tantos años, quién iba a decirlo.
Resulta que el presente no estaba incluido en los que me legó papá, pero ya en el primer pedido que hice a Iberlibro (allá por el 2004, cuando descubrí la página y casi me muero de la emoción) lo pedí a una librería de Valencia, precisamente por aquello de que no lo tenía y costaba un euro y poco... y desde entonces, ahí estaba. Y de repente, hace un par de meses papá lo encontró en una tienda de segunda mano por un eurillo, y me lo regaló: lógicamente, ese ha sido el ejemplar que me he leído y que conservaré, y el otro, creo que se lo regalaré a mi prima Fanny, que es muy aficionada a las motos.
Porque de eso es de lo que va el libro: motos, moteros, carreteras, y ciencia-ficción futurista muy entretenida y bien contada (aunque nunca reeditado, está más que fácil de conseguir a buen precio, por si a alguien le pica la curiosidad). Sin embargo, lo que ha sido del todo imposible es averiguar quién es (o era) el tal Steve Wilson, porque no he podido encontrar ni un solo dato personal suyo. Tanto es así que la página española del ISBN tiene mal fichado el libro (bajo el título “El largo viaje”), y le atribuye al autor únicamente otro título, nada menos que “El bazar del erotismo” (del cual tampoco he encontrado absolutamente nada). A veces, los años 70’ son un pozo muy profundo...
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