“Lo
primero que se siente frente a un discípulo potencial no son sus aprendizajes
anteriores, su saber, su experiencia, su hábito a un universo mental, sino más
bien su empuje, sus ramificaciones en el espacio, su capacidad para pasar por
enormes altos y bajos sin romperse ni perderse."
Una
edición, la segunda, de mayo de 2001 (no hubiera ido mal, no), que me llegó a
las manos por casualidad y que por casualidad (supongo) he vuelto a leer, y
como bien diría Odier, creo que a fuerza de leer libros voy a morir idiota...
así que dejaremos de leer para practicar algo más, que es lo que hace falta.
Tandava, tandava, tandava...
¿Y eso
del tantrismo, qué será?
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