Octubre octubreará

Cuando era niño, me gustaban los meses que comenzaban por lunes: me parecía que semejante coincidencia auguraba un período de orden, un momento en el que las cosas encajan como tienen que encajar. Bailar entre orden y caos fue una constante durante mucho, mucho tiempo... y de hecho, aún lo sigue siendo, de muchas otras maneras.

Por el momento, que no es poco, he empezado hoy mis clases de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas, en Advanced 1 (es decir, el quinto de los seis cursos que tiene la escuela), después de que una prueba de nivelación me colocase justo donde yo quería estar (lo cual no quiere decir que me colocase allí donde debería estar realmente, pero ese es otro asunto). Volver a estudiar es curioso, y más aún cuando ves que todo, absolutamente todo, depende de ti (es decir, no hay nadie detrás para decirte “o apruebas o...”): tengo que acostumbrarme a esa sensación de la misma manera que los primeros años como profesor (a lo cual también volvemos de inmediato) tuve que acostumbrarme a ver los períodos de exámenes como un momento de tranquilidad para mí y no de estrés, como había sido todos esos años antes...

Muchas cosas están encajando en este octubre octubreante que ahora da comienzo, o al menos, esa es mi impresión: volver otra vez a abrazar el inglés con los brazos abiertos y el deseo de aprenderlo como quien corteja a una amante, dirigir los pasos hacia lugares determinados que ha costado descubrir, seguir convaleciendo mientras las puertas están ahí, y cada vez más...

Este otoño me está gustando, sí señor. Volveremos, my friend: aún hay que volver a caminar bajo la sombra de Cleopatra’s Needle, y visitar a aquella sequoia que me abrió los ojos casi sin que no me diese cuenta. ¿Quién iba a imaginarlo? A ver si al final va a ser verdad eso de que los francmasones sabían lo que hacían...