Como viene siendo habitual, las (pocas) exposiciones que visito quedan relegadas en los comentarios del blog... y no debería ser así, ciertamente, por lo que me obligo a mí mismo a dedicarles esta entrada a las dos últimas (ambas dos del imprescindible Caixaforum de Palma), que se lo tienen merecido.
La primera, dedicada al gran George Grosz, era una muestra de sus terribles y preciosos dibujos, con líneas esquemáticas y afiladas que, como viene siendo habitual en su obra, reflejaban tanto los horrores de la guerra en particular como la estupidez humana en general. No estaban sus obras más famosas y tampoco había lienzos, pero las pequeñas acuarelas se bastaban por sí solas, desde luego...
Por otro lado, las potentísimas instantáneas de Cristina García Rodero eran, sin duda, sobrecogedoras: no es nada fácil documentar rituales tan complejos y situaciones tan absolutamente surrealistas de la vida cotidiana, y esta mujer lo consigue con su afilado blanco y negro de una forma que deja con la boca abierta. No había visto nada de ella con antelación, al menos que yo recuerde, pero la verdad es que creo que su nombre ya no se me olvidará nunca más.
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