Envuelto en trabajos variados, surgido de psicomagias varias, encaminado hacia lugares interesantes, viviendo la vida con sus altos y sus bajos, celebro el XXVI aniversario de mi propia escritura, ya que tal día como hoy de 1984, con ocho añitos, comencé mi primer diario. Duró cinco años, claro, pero escribirlo, lo escribí.
A partir de entonces, la escritura fue un poco más fluida, y lo que comenzó casi como una diversión sin sentido (y sin saber bien el porqué) se fue convirtiendo en una parte esencial de mi vida. Cuadernos y cuadernos apilados en la estantería y en humedecidos cajones (sí, algún día tendremos un lugar propio donde tenerlos decentemente) dan fe de la voracidad estilística, que tanto me ha ayudado en la carrera de escritor.
Hoy, aquí seguimos, trasladado en parte a los medios electrónicos, y disfrutándolo. A veces con altibajos, cierto... pero disfrutándolo. No cabe duda de que, como ejercicio vital, no está nada mal...
Un fragmento de mi estantería actual, con un fragmento de mi colección de diarios, que esperan turno tanto para escaneo como ordenación definitiva.
1 comentario:
Es cierto, es cierto... pero se hace lo que se puede, y se profundiza todo lo que se puede profundizar.
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