Al filo de fin de mes, me doy cuenta de que aún no he publicado aquí las columnas de octubre, entre las que se cuenta nada menos la que le dediqué al hermoso libro de fotografías “Desnudaymarina”, el cual tiene hasta su propio blog (en el que también aparece enlazado mi artículo):
http://desnudaymarina.blogspot.com/
También destaca el que les dediqué a mis admirados “Gran Sol”, grupo mallorquín que seguro dará mucho que hablar, y también el de la exposición “Arte sensual” de la estupenda tienda erótica “La Maleta Roja”. No ha estado mal el mes, no...
-“Sensuales Gran Sol”: jueves, 14 de octubre de 2010.
No es un desafío, pero lo parece: ¿qué es lo que convierte a una música en sensual, más allá del contexto o del significado adscrito? Un científico ortodoxo contestaría que tal vez nada... aunque quizás sería el mismo científico ortodoxo que argumentase que, si quitamos todo lo que rodea a un alimento, jamás encontraremos ningún afrodisíaco verdaderamente efectivo. Ya se sabe que a veces no hay nada como un poco de ciencia para matar un mucho de magia...
Pero insistiendo más allá de todas esas perogrulladas, continuamos dándole vueltas a la pregunta original: ¿qué es lo que convierte a una música en sensual? ¿El contexto, entonces? ¿Lo que se le añade, o lo que le ponemos de nuestra parte? ¿Los recuerdos que nos despierta, las connotaciones añadidas, las memorias inconscientes...?
Particularmente, sólo puedo decir una cosa referida a la sensualidad... y es justamente que la sensualidad es un sentimiento, o quizás una sensación. Porque por lo que a mí respecta, la sensualidad me asalta en los momentos más inesperados, en las situaciones más cotidianas, o en los contextos más absurdos (y ya decía Emmanuelle Arsan que la sensualidad es muy amiga de la sorpresa... y también muy enemiga de la rutina). Por eso, lo único que puedo decir acerca del grupo musical Gran Sol, es precisamente eso: que son sensuales.
¿Tal vez por cómo la batería arropa todo el conjunto de sonido, o por lo bien que el bajo nos sostiene todo el tiempo, o por lo salvaje que resulta su afilada guitarra, o por lo mimosa que es la voz de su femenina cantante? ¿Tal vez por ese resultado de música de frontera que nos transporta en espacio y tiempo, o por las largas evocaciones y ensoñaciones que sus sonidos nos hacen brillar en el cerebro, o por los sonoros lametones en el alma que nos ofrecen sus entregados cuatro integrantes?
Sinceramente, no tengo ni idea: lo único que sé, es que son sensuales.
-“Desnudaymarina”: domingo, 24 de octubre de 2010.
Una vez más, la tecnología es capaz de brindarnos momentos especiales: hace unos meses, para mi propia sorpresa, un lector de estas columnas me localizó en el marasmo de internet, indicándome que un amigo suyo había elaborado (y autopublicado, gracias también a una página web) un libro titulado “Desnudaymarina”, que tal vez me interesase... porque ambos dos seguían mi trabajo en las islas, y sabían que soy de los pocos que presta al Eros la atención que se merece. Agradecido y honrado por el elogio, e interesado en la obra en cuestión, investigué lo suficiente como para ver de qué se trataba... y ellos, amablemente, me hicieron llegar una copia de su trabajo. Aunque antes de llegar a eso, yo ya había decidido que escribiría una columna sobre el libro.
Precisamente porque, tal y como dice su prologuista, el mérito de esta publicación no es ni el cuidado que le han puesto sus hacedores, ni la buena calidad de sus fotografías (algunas de las cuales son verdaderamente reseñables), ni el exquisito gusto de los textos escogidos para acompañarlas, y ni siquiera la belleza de la modelo... sino que el mérito de “Desnudaymarina” (que por cierto está firmado por un tal “Lluc Alcari”) es que el entusiasmo amoroso del fotógrafo en cuestión no sólo sea palpable, sino contagioso. Porque en esta colección de fotos y textos, más allá de técnicas y de elementos, hay tal cantidad de amor y de admiración hacia la persona retratada, que todo el libro se convierte en un diálogo entre dos personas, un diálogo inmenso y sensual, onírico y real, verdadero y precioso, que además se nos permite admirar como espectadores. Y esa es precisamente la más hermosa de las cualidades de este trabajo: mostrar amor, amor sensual, amor sincero, amor artístico...
Amor verdadero, en definitiva.
Y por desgracia, el amor verdadero es algo que las obras artísticas, buenas o malas, muestran muy, muy pocas veces.
-“Arte sensual”: viernes, 29 de octubre de 2010.
Siempre es todo un placer darse una vuelta por La Maleta Roja: situada en el número 9 de la palmesana calle de Baró de Santa Maria del Sepulcre, esta tienda erótica (que poco tiene que ver con las sex-shops al uso, afortunadamente) ofrece además de la habitual retahíla de juguetes y complementos, una atención experta y encantadora por parte de las chicas que la gestionan. Hoy por hoy, y con los tiempos que corren, es todo un placer poder hablar de todo lo relacionado con el Eros con la misma naturalidad que otros hablan de resultados deportivos o del tiempo que hace hoy...
Y precisamente allí, envuelto en el ambiente de sensualidad y magníficamente arropado por las obras presentadas en la exposición “Artesensual” (que se inauguró el pasado 16 de septiembre, en el marco de la Nit de l’Art), pensé en lo bien que se pueden llegar a combinar las obras artísticas con el mundo del Eros (aunque tal cosa no era difícil, teniendo en cuenta lo sugerentemente explícitos que resultaban los óleos de nuestro admirado Max Cantrell, contrastados por las esculturas metálicas de Toni De la Mata). Con su sonrisa habitual, Claudia Marcos me explicó que se les había ocurrido así, simplemente: ya que el espacio comercial del que disponen es tan bonito, ¿por qué limitarlo únicamente a tienda? ¿Por qué no convertirlo en galería de arte, siempre y cuando el arte esté en consonancia con lo que allí se ofrece?
Parece algo fácil de entender, y también algo fácil de comprender. ¿Por qué no pensar en el arte y en la sensualidad como una buena pareja, uniéndolos por el puro gusto estético? ¿Por qué no pensar más allá del negocio puro y simple, y por qué pensar en belleza y en buen gusto a la hora de llevarlo? ¿Por qué no ofrecer arte sensual, además de objetos de consumo?
Precisamente, esas son las ideas que hacen de La Maleta Roja un lugar distinto, al que no sólo se va a comprar objetos.
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