Celebraremos la entrada número 200 del blog (casi nada) colgando las columnas de hace unos meses (concretamente, las dos de febrero y las dos de marzo), con la sana intención de ir completando los huecos que quedan libres...
-“Sensualidades exóticas”: viernes, 5 de febrero de 2010.
Recién llegado de un paseo por Egipto, constato una vez más una de esas cuestiones que me siguen fascinando cada vez que voy a un país de religión musulmana: la profusa y omnipresente sensualidad exótica que se respira en los bazares. Todas esas tiendas rebosantes de la más ingeniosa lencería (que nada tiene que ver con nuestras europeas inspiraciones parisinas o decimonónicas, que en cuestiones de ropa interior parece a veces que nos quedamos en la Belle Époque) y de prendas femeninas que encienden la más apagada de las imaginaciones, podrían parecer ciertamente extrañas a los ojos de un occidental de esos que se toman en serio todo lo que sale por televisión acerca de enemigos globales y barbudos comeniños sin escrúpulos...
Y es que, sin querer entrar aquí en estúpidas polémicas religiosas ni culturales (porque a mi entender, lo más importante es el respeto), echar una mirada distinta a esos lugares puede resultar de lo más instructivo. Porque, si la cultura islámica es tan represiva con la mujer y con sus formas, ¿por qué nadie les dice nada cuando están comprando todos esos complementos de sugerencias tan evidentes? Y fue en Siria donde me explicaron que sí, que a ojos extraños el cuerpo femenino está vetado... pero por el contrario, para agradar al marido se puede hacer un uso perfectamente normal de todos los velos y abalorios habidos y por haber. Como mínimo, resulta un tanto curioso... como tantas otras contradicciones en la conducta humana (pertenezcan dichos humanos a la religión que pertenezcan).
Por mi parte, creo que la solución pasa, como siempre, por combinar: que los aparentemente liberados occidentales compren toda la sensualidad exótica que quieran, y que lo hagan con tanto orgullo como las aparentemente liberadas mujeres del mundo islámico lo hacen, para poder combinar precisamente esa libertad de gustos y de ideas... y finalmente, respetarse así sin ningún problema.
-“El Eros más clásico”: viernes, 19 de febrero de 2010.
Emociones contrapuestas me produce leer la noticia de la inauguración en el Museo de Arte Cicládico de Atenas de una muestra dedicada al arte erótico de la Grecia Clásica: por una parte, el natural orgullo y placer que semejante cosa proporciona... y por la otra, la tristeza de no poder acercarme a la capital griega para contemplarla (aunque la muestra va a permanecer abierta hasta el próximo 5 de abril, así que mientras hay vida, hay esperanza). Nos consolaremos con la idea de que tal vez alguno de los museos de nuestro país se interese por dicha maravilla, y nos la traiga para poder darle un vistazo con nuestros propios ojos...
Porque la exposición, como tal, parece a primera vista que no tiene desperdicio: el responsable del museo, el señor Nicholas Stampolidis, ha conseguido reunir una magnífica selección de obras (desde marmóreas esculturas hasta pequeñas terracotas, pasando claro está por las imprescindibles cerámicas pintadas) donde el Eros (tanto el dios clásico como sus mismas representaciones) es el absoluto protagonista, de una forma plena y desenfadada, con un aura de triunfo que hoy en día nos puede dar qué pensar. Y es que como el mismo responsable de la muestra se encarga de recalcar, la sociedad griega era bastante más tolerante que la nuestra en lo referente a estos temas... así que además de admirar las obras por su altísimo valor artístico, bien se puede también hacer una pequeña lectura acerca de todo lo que hemos ido evolucionando, o más bien involucionando, en muchos otros aspectos. Porque es cierto que vivimos en un presente donde el Eros puede mostrarse de forma bastante franca, pero ¿acaso todas esas muestras podrían ser expuestas en los museos dentro de un par de miles de años sin miedo al sonrojo (de cualquier tipo)?
Bien pensado, no es una pregunta tonta, después de todo...
-“La guía sexual del siglo XXI”: jueves, 4 de marzo de 2010.
Hace unos días, concretamente la noche del lunes, me topé de repente con unas imágenes en la cadena Cuatro (y hablo de la nacional) que me sorprendieron sobremanera: microcámaras incorporadas al cuerpo humano mostraban con todo detalle la unión de dos cuerpos y sus respectivas reacciones, ofreciendo unas vistas del asunto bastante peculiares. No tardé en enterarme de que hacía muy poco que se había estrenado el espacio en cuestión, titulado “La guía sexual del siglo XXI”, y cuyo “novedoso” formato americanizado pretendía (otra vez) revolucionar el panorama de la educación genital...
Pero aparte de que ni mucho menos es mi intención criticar el asunto (ya he dicho que ofrece algunas cosas interesantes, y bienvenido sea cualquier programa que profundice en el asunto y despeje dudas a los que aún las tienen), sería interesante hacer una ligera matización a los responsables tanto del programa en cuestión como de los muchos otros programas que se dirigen a ese campo de la educación en particular... porque si hay algo que se le puede reprochar a esto, es precisamente la falta de rigor. No de rigor científico, se entiende, sino de rigor... digámosle, sentimental: porque es cierto que en las cuestiones de sexo la ciencia tiene mucho que decir, sí, pero casi siempre se tiende a querer convertir el tema en algo mecánico lleno de secreciones y gónadas y estímulos y respuestas... y a mi entender, todo eso no ayudará demasiado a quienes (inexplicablemente o no) se sientan atraídos por una pasión que no atienda a razones (y mucho menos, científicas). Es sólo una pregunta, pero, ¿no sería mejor tal vez explicarle a la gente que a veces (y sobre todo) es la natural atracción y el natural deseo de goce quienes nos mueven a practicar tan maravillosa actividad, y no unas pautas neuronales que poca gente conoce?
-“Dime la verdad, Eros”: jueves, 11 de marzo de 2010.
A tenor de una columna que leí en esta misma sección hace unas semanas, y de que una de las cosas que dice el tan cacareado Informe Sobre los Hábitos de la Salud Sexual Española es que tanto hombres como mujeres exageran o fingen en la cama, se me ocurre disertar unas palabras sobre mentiras y verdades en el terreno de Eros.
No se puede negar la mayor, por supuesto, y es verdad que la mentira en el Eros existe, igual que existe en la vida cotidiana en mayor o menor medida. Pero de ahí a decir que no sólo es justificable, sino que además es absoluta y necesaria, hay un paso muy grande: porque se puede hacer el amor de cientos de miles de formas (y no me refiero a posturas), y porque una de esas (deseables) formas es la que conlleva sinceridad. ¿Significa eso que mentir en la cama es malo? No, desde luego: es más que cierto que hay mucha gente a la que no le sienta bien según qué palabra en según qué momento, o gente que no se comunica y no quiere complicarse la vida, o gente a la que no le apetece hablar y dedica a Eros el mismo tiempo e intensidad que dedica a lavar sus dientes. Esto es cierto, es incontestable, e incluso, dependiendo de las circunstancias, es necesario... y por ello, no es bueno ni malo. Existe, y ya está.
Ahora bien: quien alguna vez ha probado un Eros sincero, quizás no de forma total y absoluta pero sí lo suficiente como para atravesar unas cuantas corazas y llegar a fundirse con el otro de forma más que física, nunca más podrá volver a decir que el único camino es el de fingir. El más adecuado en según qué momento, tal vez... pero no el único ni mucho menos.
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