Continuando con el propósito perseverante de poner orden, reproducimos seguidamente las tres columnas periodísticas de hace un par de meses.
-“Transexualidad contradictoria”: jueves, 8 de abril de 2010.
Con verdadero estupor, me dediqué hace unos días a mirar un documental televisivo en el que se hablaba de la transexualidad (como nunca está de más definirlo, aclararemos que es el cambio, físico y mediante cirugía, del sexo del individuo en cuestión, ya sea de hombre a mujer o viceversa) en Irán. Sí, como suena... porque resulta que la transexualidad no sólo está permitida en Irán, sino que, además, está incentivada por su gobierno islámico. Y después de haber escuchado algunas veces las lindezas de su presidente calificando a los homosexuales de enfermos y diciendo que ellos no tienen ese “problema” en su país, la verdad es que era cuanto menos chocante...
Pero es que todo tiene que ver, ya que el tema es precisamente ese: si la homosexualidad está prohibida porque no existe, ni los dioses (en general) permiten semejante aberración, ¿qué recurso les queda a los homosexuales (que a pesar de lo que dice el presidente, parece que sí hay)? Pues sencillo: ni más ni menos que, pasando por el quirófano, cambiar de sexo, y listo. Es decir: tú eres un hombre y te gustan los hombres, y eso no puede ser... así que tienes que ser una mujer, te guste o no. Nadie que no haya visto esas caras de dolor en los que se sometían a una operación semejante diciendo que si no viviesen allí no lo harían puede imaginarse lo que se sentía al escuchar sus testimonios...
¿Contradictorio? Sin duda alguna... aunque si tenemos en cuenta que las mentes de algunas personas (y gobiernos) siempre han sido de lo más retorcidas en lo tocante al placer, y comentamos el insignificante dato de que en Irán la cirugía (estética sobre todo) es un negocio que mueve millones y que depende en muchos casos de forma directa de su gobierno, a lo mejor nos parecerá todo más normal, ¿verdad?
-“Senos desnudos”: viernes, 16 de abril de 2010.
Hace unos días, entre todos los vídeos y fotos que abarrotan mi buzón de correo electrónico (enviados por amigos de esos que siempre están dispuestos a compartir sus ratos de ocio con uno, aunque sea para leer chistes malos o ver fotos bonitas), me encontré una filmación de esas que hacen en Estados Unidos con cámara oculta. En ella, una chica de muy buen ver, vestida con un amplio jersey de cuello alto, explicaba en un supermercado las ventajas de un termómetro, para lo cual debía levantarse la ropa y colocárselo bajo la axila... dejando ver sus preciosos senos desnudos, a lo que todo el mundo reaccionaba con una increíble cara de sorpresa.
Es algo que por supuesto mueve a risa, y es algo también muy entendible al nivel de nuestra civilización actual... aunque como es habitual, mueve también a un par de consideraciones. Porque el pecho femenino desnudo no ha sido siempre un objeto tabú para los ojos, y han sido muchas las culturas (y aún las hay hoy día) en las que eso no supone ningún problema: hasta hace bien poco, las habitantes de la isla de Bali mantenían la costumbre (el mismo Chaplin narra en su autobiografía su viaje hasta allí, con el objetivo de contemplar semejante fenómeno), y también unas cuantas islas del Pacífico... y aún hoy, nadie se escandaliza de ver documentales de tribus africanas en las que el sujetador de senos es algo que no se ha visto nunca. Aunque también es verdad que los censores siempre han existido: para los antiguos romanos, por ejemplo, era inaceptable ver en las arenas de su Coliseo a los atletas griegos luchando entre sí... precisamente, porque combatían del todo desnudos.
Sea como sea, no deja de seguir resultando curioso que la visión de unos senos desnudos continúe siendo hoy motivo de tantas reacciones, cómicas o no.
-“Eros y géneros”: viernes, 23 de abril de 2010.
La noticia dejó impactado a medio mundo durante algunos días: las autoridades australianas han reconocido a la primera persona sin género (es decir, ni hombre ni mujer). Se trata de Norrie May-Welby, quien había nacido hombre y que a los 28 años decidió someterse a una operación de cambio de sexo, tras lo cual ha llegado (a sus 48 años) a la conclusión de que no se siente cómodo en ninguna de las dos vertientes, y por tanto no se considera ni varón ni hembra.
El caso recuerda invariablemente al de Tiresias, aquel adivino griego que según el poeta clásico Ovidio (entre otros) fue convertido en mujer y luego de nuevo en hombre, y convocado después por el propio Zeus para que explicase qué ventajas y qué inconvenientes suponía pertenecer a un sexo o a otro (por cierto que parece ser que Tiresias se decantó por el femenino, explicando entre otras cosas que el placer que obtenían ellas de sus goces amorosos era muy superior al de ellos). Y aunque él finalmente sí se decidió por uno (o más bien le ayudaron a decidirse, que en los asuntos de los dioses es difícil poder elegir), Norrie May-Welby ha optado por un camino intermedio...
Y más allá de lo curioso, es una postura, como mínimo, interesante... porque a pesar de que muchos lo vean como una aberración, son bastantes los casos en la naturaleza en que el individuo no sólo cambia de sexo, sino que pertenece durante una época de su vida a un estado de indefinición que escapa a la diferenciación macho-hembra (como por ejemplo, algunas clases de medusas). ¿Qué tipo de Eros escogerá una persona que, no considerándose asexual (que es algo bien distinto), se considera neutra? ¿Cambiará de parecer siguiendo fases lunares, o quizás comparta caricias con sus parejas de una forma completamente distinta?
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