Lo dicho, a ponerse al día tocan, con lo cual continuamos
con la puesta de columnas. Ciertamente, en este caso concreto se han quedado un
tanto atrasadas las noticias, pero no por ello dejan de ser interesantes:
-“Eros y monjas”: viernes, 7 de septiembre de
2012.
Que nadie se
asuste antes de tiempo, puesto que a pesar del título, voy a hablar de algo
mucho menos escabroso de lo que parece a primera vista. El asunto es el
siguiente: resulta que sor Margaret Farley, una monja de 77 años miembro de las
Hermanas de la Misericordia de las Américas y profesora emérita de la
Universidad de Yale, publicó en el año 2006 un libro titulado “Just love. A
framework for Christian sexual ethics”, en el cual, entre otras cosas, esta
religiosa no sólo aceptaba la masturbación femenina, sino que además la
considera beneficiosa para la salud. Citando sus propias palabras, sor Farley
opina que la masturbación femenina “generalmente no implica ningún problema
moral en absoluto”, y además, “muchas mujeres han hallado mucho bien en darse
placer a sí mismas”, por lo que “de este modo, puede decirse que la
masturbación, en realidad, es más una ayuda que un impedimento para las
relaciones.”
Y eso es todo. Es
decir, esa es la noticia que justifica el título de esta columna. Quizás haya
alguien que ha comenzado a leerla atraído por la curiosidad, y que ahora mismo
esté pensando que bueno, que tampoco es para tanto, y que una información así
no justifica semejante título... Pero lo curioso del caso no es precisamente
esto, sino la reacción oficial del Vaticano, quienes con una notificación
aprobada expresamente por el Papa, condenan tanto el libro como las
declaraciones, acusando a la monja de vulnerar la doctrina católica, y
alertando incluso de un peligro de cisma (y digo yo: ¿seguro que hablar de
masturbación es motivo para un cisma ideológico de tales proporciones? ¿No
habrá temas más teológicos para entrar en semejante terreno?).
A veces, uno no puede evitar
pensar que hay personas que se toman las palabras (ya sean titulares o
declaraciones) demasiado a la tremenda.
-“El desnudo de la concejala”: jueves,
13 de septiembre de 2012.
No falla: no, si
es que yo soy un obseso que siempre está pensando en lo mismo, y sólo me
preocupo de un único tema, y estoy obsesionado con las altas temperaturas...
hasta que de repente aparece una noticia determinada, y todo el mundo empieza a
bombardearme con preguntas del tipo “¿y del vídeo de la concejal, no vas a
escribir nada?”
Pues mira por
dónde que sí, y es que este asunto (es decir, el hecho de que a Olvido
Hormigos, concejal socialista del toledano pueblo de Los Yébenes, le hayan
robado un vídeo erótico protagonizado por ella y lo hayan difundido en la red
sin su consentimiento) y sus dimes y diretes (que por fortuna no han acabado
con la dimisión de la política, porque ha decidido con muy buen criterio que no
ha hecho nada malo, y ni siquiera moralmente reprochable) no dejan de
recordarme a aquel cuento clásico del traje nuevo del emperador, donde a un
soberano le vendían una tela que sólo era visible para las personas cultas e
inteligentes de alta alcurnia, mientras los lerdos y bobos no veían
absolutamente nada, con el resultado final de que son los niños quienes con su
sinceridad advierten que, simple y llanamente, el emperador está desnudo.
Porque mi opinión
es que, sencillamente, algo como esto no sólo no debería ser noticia, sino que
debería provocar, como máximo, un encogimiento de hombros y un comentario del
tipo “en fin, estas cosas pasan”... Es decir, lo mismo que provocan en las
masas otras actitudes de los políticos de cualquier partido, en materias que no
son precisamente la íntima ni la sexual.
El día que
acojamos con indiferencia este tipo de asuntos y debatamos y deploremos con
tanta intensidad los tejemanejes económicos y sociales de los mandamases de
turno, otro gallo nos cantará...
-“La reina está desnuda”: viernes, 21 de septiembre de
2012.
Esta es la
traducción literal del titular que una revista italiana ha dedicado a Kate
Middleton (que me perdonen los puristas, pero nunca he estado de acuerdo en eso
de traducir los nombres propios) con motivo de las fotografías que muestran su
(estupenda) desnudez acompañada de su marido en una finca privada. Por
supuesto, no es mi intención introducirme en temas tan espinosos como la
libertad personal, el acoso de la prensa, las nuevas tecnologías y sus
inescrutables caminos (aunque la paradoja de que haya países como Francia en
los que esté prohibida la publicación de unas fotos que cualquiera puede
consultar con tranquilidad en su propia casa no deja de ser más que
divertida...), o cualquier otra temática de índole moral: allá ellos con sus
cosas, y cada uno con su conciencia y con sus derechos y deberes...
Porque lo que en
realidad me gustaría preguntar, más allá de todos los dimes y diretes de turno,
es una cuestión la mar de simple: después de todo, ¿qué importancia tiene? Sí,
hemos visto a la reina (o más bien a la posible futura reina) desnuda, pero tal
vez si nos parásemos a pensarlo un momento nos daríamos cuenta de que no sólo
habría motivos para estar orgullosos de un hecho semejante (como decíamos hace
poco sobre el desnudo de su cuñado, un ejército luchará con diferente
motivación si conoce tanto las debilidades como las fortalezas de su soberano),
sino que quizás lo mejor que podría hacer la sosodicha sería hablarle a su
pueblo para decir algo así como: “bueno, sí, es cierto que tengo pechos y los
descubro alguna vez. ¿Y?”
Por mi parte, algo
como esto me mueve, ante todo y sobre todo, a levantar mi cerveza y, con
absoluta admiración por un cuerpo tan hermoso y natural, declarar a voz en
grito: “¡dios salve a la reina!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario