Más de uno de mis lectores podría acusarme (y más en el futuro) de mentiroso, pero puedo asegurar que mi encuentro con Tad Williams obedece a la más absoluta casualidad, después de que leyese que George R. R. Martin le consideraba una influencia directa para su “Juego de Tronos”, y de que encontrase este libro de segunda mano y su argumento me cautivase lo suficiente como para regalárselo a Johanna...
Meses después, sabiendo ya de sobra quién era el autor (y todo lo que significa dentro del género de la fantasía épica), encontré también de segunda mano esta primera edición en España, y decidí adquirirla para mi colección, habiéndola leído hace pocos días. Y como no podía ser de otra forma, me ha gustado muchísimo: una historia de gatos, contada por un amante y amigo de los gatos, que sabe de sobra todo lo que son los gatos... y también lo que no son. Épica, sí, pero ante todo, felina... y aunque un tanto enredada a veces, sin duda es toda una delicia que conservar. Y mi idilio con Tad Williams (con quien tantos puntos tengo en común, cosa que, insisto, estoy descubriendo ahora), continúa...
Por cierto que el portadista de esta edición era nada menos que Ciruelo... y Ciruelo era precisamente el nombre de un gato de mi hermana que se acaba de morir hace muy poco (y no, no se parecía a éste, porque era gris). Majísimo como era, vaya esta lectura dedicada a su memoria: nre’fa-o, cu’nre; o lo que es lo mismo, adiós y buena danza, hermano de corazón.
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