Pero como siempre, en ello seguimos, celebrando estos 34 años (descorchados el 18 del pasado mes), recién bendecidos por el Buda de la Larga Vida (ayer mismo, de manos de Kalu Rimpoché, a quien pude ver en persona de casualidad y gracias a mi asistencia a la oración budista organizada acá en Palma), y atesorando nuevos objetos que un romántico coleccionista como yo no puede resistir...
Y si no, véase la foto: nada menos que una toalla de playa (y sin estrenar) de mi encantadora Omaha, merchandising original de sus editores, y que me encontré de casualidad en la net. Es una lástima que la calidad del tejido en sí no sea muy buena (aunque también conviene tenerle en cuenta que tiene cerca de 20 años), pero tampoco la quiero para usar: de momento, y en espera de una pared que quiera acogerla protegida por un marco, la guardaremos...
Ya se sabe: la belleza es el arma más poderosa.
2 comentarios:
¡Hala! Ya sé que siuena retorcido pero eso de playa Omaha suena a desembarco de Normandia y a agua de color morao... Un poco sangriento.
Seguimos esperando esa de zombis.
Un saludo
Ay, maese Eduardo... y luego dicen que yo soy de ideas fijas!
Échele un ojo a la gatita, y ya verá cómo no se arrepiente... Tiempos convulsos últimamente, me encantaría tomar una cervecilla con vuesa merced y hablar de actualidades políticas y todo eso. A ver si encontrase un huequecillo...
Salud!
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