Tras “El Quinto en Discordia” y “Mantícora”, este tercer volumen cierra la llamada “Trilogía de Deptford” escrita por el señor Robertson Davies, escritor que entusiasmó a mamá y del cual ella me ha ido regalando todos y cada uno de los volúmenes... y ahora, finalmente, he liquidado este tercero y último.
Reconozco que Davies es un gran profesional de la escritura, y que lo es tanto que ni siquiera he podido pillarle el truco... porque en condiciones normales yo no leería una novela ni de esta temática ni de este estilo porque no son de mi gusto particular, pero sin embargo, la facilidad de lectura que posee el texto es aplastante y sorprendente. Literalmente, Davies consigue que el lector se deslice por sus historias tanto si le gusta como si no, atrapándole en una sutil red que te lleva a no despegar los ojos de las páginas, aunque lo que te estén contando no te interese lo más mínimo. Es, como mínimo, curioso...
Sin embargo, y a pesar de que de nuevo he disfrutado con este libro, no creo que vuelva a leer nada más del señor Davies, porque mucho me temo que sería lo mismo de antes: es decir, un libro muy bien escrito y muy bien documentado, pero cuyo contenido sólo me produce un leve encogimiento de hombros, porque nunca ha sido santo de mi devoción. En fin, para la biblioteca va esta trilogía, que después de todo me ha enseñado alguna lección práctica bastante interesante.
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