Como digo, hace demasiado tiempo que no cuelgo aquí mis columnas periodísticas (e insisto en que la culpa la tienen los zombis). En fin, hoy que he entregado las nuevas para el mes que viene, no es mal día para rescatar algunas de las pasadas...
-“¿Por qué el culto al Eros?”: jueves, 7 de enero de 2010.
Para descorchar este nuevo año que comienza, nada mejor que una ligera reflexión planteada precisamente como la hipotética pregunta de un hipotético lector, que a tenor de las reflexiones en este espacio publicadas haya podido precisamente formularse semejante planteamiento...
El Eros, ese Eros entendido como fuerza vital y como devoción al sentir y al acariciar recíproca y sanamente, es en la opinión de quien esto escribe (y dicho sea de paso, de la mayoría de personas que he conocido, ya sea por omisión o por obsesión) una de las manifestaciones más poderosas (si no la que más) de nuestra propia naturaleza humana. Porque es el Eros y su culto como tal aquello que precisamente nos hace humanos, que nos libera de un destino animal y condicionado únicamente a ciclos biológicos (más o menos placenteros, según los casos), y nos hace evolucionar hacia un mayor grado de autoconocimiento y desarrollo personal. Por lo tanto, y desde esa óptica, el Eros y sus manifestaciones son, literalmente, el motor de nuestra evolución... y esto es algo que por supuesto puede ser puesto en tela de juicio por más de uno, porque afortunadamente (y ahí está una parte muy importante de la gracia de todo este asunto) no todos somos iguales, y todos tenemos distintas formas de pensar, de ver y de sentir. Y esa diversidad es también la que nos hace humanos...
Y si semejante planteamiento pudiese parecer erróneo o suscitar el más violento rechazo a quien lo lea, invito simplemente a hacer una ligera reflexión a todo aquel que lo desee: ¿por qué entonces esta sociedad en la que vivimos y que se sustenta en base a las transacciones comerciales que realizamos utiliza casi siempre como gancho de la mayor parte de todas esas transacciones un Eros más o menos descarado?
-“Historia del Ojo”: jueves, 14 de enero de 2010.
Hace unas semanas, caminando por la parte vieja de Palma, me paré un ratito en la librería Fiol de la calle Oms (donde siempre hay buenas tertulias y buenos libros que comprar) y me encontré por casualidad con una verdadera joya en las manos: la edición de “Historia del Ojo” de Georges Bataille publicada por la editorial Ruedo Ibérico allá por 1977 (es decir, en los últimos coletazos de su existencia). Y dejando aparte lo maravilloso (y verdaderamente trasgresor) que es el libro en sí mismo, es necesario dedicar un recuerdo a una editorial que también comprendió la fuerza del Eros...
Porque para quien no lo sepa, Ruedo Ibérico era la editorial que José Martínez fundó en París durante la dictadura española para difundir precisamente libros de política y religión y sociedad contrarios al régimen, y que tanto ayudaron a cambiar las cosas por estos lares (a quien le interese el tema, hay un magnífico ensayo del asunto firmado por Albert Forment y publicado por Anagrama). Y todo eso es cierto, pero también vale la pena recordar que en dicha editorial existió una colección llamada “Buen Amor, Loco Amor” en la que precisamente se daba cabida a títulos que también ayudaban a la liberación personal, pero de otra forma (concretamente, se publicaron tres: “La Filosofía en el Boudoir”, del Marqués de Sade, “Emmanuelle”, de Emmanuelle Arsan, y el presente). Y es curioso ver que hoy en día, pasado casi medio siglo, los textos políticos ya son casi en su totalidad una curiosidad histórica... y sin embargo, estos volúmenes siguen manteniendo idéntica fuerza que entonces en sus mensajes.
Y es que es cierto que les debemos mucho a las personas como José Martínez a niveles políticos y sociales... pero sigue siendo curioso que, una vez más, sea el Eros quien se mantenga a flote más allá de otras cosas.
-“Eros y frecuencias”: jueves, 21 de enero de 2010.
A raíz de la encuesta nacional sobre salud sexual que el Ministerio de Sanidad realizó el pasado mes de diciembre (y que recogía que el 80 % de los españoles están satisfechos con su vida íntima, aunque los hombres parecen manifestar una cierta preocupación respecto a la cantidad), rescato del archivo una noticia aparentemente banal y que sin embargo resulta bastante reveladora: en mayo del pasado 2009 se cumplió el año que Charla Muller, una mujer estadounidense madre de dos hijos y casada desde hacía ocho años, decidió regalarle a su marido por su 40 cumpleaños... y que había consistido nada más y nada menos que en 365 días de sexo.
A más de uno le parecerá un sueño (y a más de uno, una pesadilla), pero si leemos el artículo en cuestión y lo analizamos fríamente, nos bombardearán unas cuantas preguntas de lo más interesante. Por ejemplo: ¿es verdaderamente cierto que importa más la cantidad que no la calidad? ¿Cuántas de las personas emparejadas (y que aparentemente se sienten felices el uno con el otro) estarían dispuestas a intentar una experiencia semejante? ¿Se imaginan realmente tener que hacer el amor obligatoriamente al menos una vez al día durante todo un año, sin excusas y dándole la prioridad necesaria al asunto?
Como puede verse, el tema es del todo interesante... y más teniendo en cuenta cosas como que la mujer sacó la idea de la Epístola a los Gálatas, que para hacerla realidad fue necesario trazar toda una lista de normas (en la que se incluía por ejemplo que, durante el acto, había que ignorar los e-mails), y que los resultados fueron verdaderamente óptimos para la pareja en cuestión (tanto que la señora Muller recomienda que, sea cual sea la frecuencia de relaciones que uno tenga con su pareja, debe duplicarla). A veces, las encuestas (y las frecuencias) dan qué pensar...
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