De que era un gran actor, no queda duda alguna (como bien dice Javier Cámara en el prólogo, era el típico señor que estaba ahí, no un actor construyendo a un personaje), y de que era divertido y esas cosas, pues tampoco... aunque es una lástima (o tal vez no, después de todo, porque él era así políticamente) que no pudiese contar las cosas con más libertad de la que lo hacía.
Aunque sinceramente, me quedo con sus películas y con su faceta de actor.

1 comentario:
Me lo anoto, a ver si hay suerte y me lo traen los Reyes Magos. El que por cierto es atómico, pero de verdad atómico, es el libro de memorias de Alfredo Landa.
Lo cuenta TODO y habla de TODO sin ningún tipo de autocensura.
Un saludo
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